Un tipo muy común de contrato en España es el de alquiler. De esta manera, un inquilino puede vivir en una casa mientras le pague lo correspondiente al dueño del inmueble. Siempre bajo un contrato que legitime ambas partes ante la ley. Pero en el caso de que no prestes la suficiente atención, te pueden colar cláusulas que no te hagan ninguna gracia…
Si quieres olvidarte de cualquier lío, siempre echa un vistazo o haz estas tres cosas. Primero, fíjate en si el contrato tiene una cláusula de subida del alquiler. En caso de que no se mencione nada, es un punto ganador para ti, porque el precio ha de mantenerse sin cambios durante los cinco primeros años (o siete si el casero es una empresa). Y es que según la ley, si no hay acuerdo, no se puede subir unilateralmente el contrato.
Lo segundo que deberías hacer es firmar en todas y cada una de las hojas. De esta manera, evitarás que el casero añada páginas o partes posteriores. Es totalmente legal que lo hagas, y puedes ubicar la firma en un lateral, por ejemplo. Y por último, al llegal a la última página, escribe «Fin del contrato» y tacha el resto de espacio en blanco al final.
Cláusula de subida de precio
La Ley de Arrendamientos Urbanos establece que durante los cinco primeros años, o siete en caso de que el arrendador sea una persona jurídica, el alquiler solo se puede actualizar si así se pactó. Es decir, que si no aparece una sola cláusula al respecto en el contrato, no te puede subir el precio del alquiler. Así de claro y así de simple. Lo normal es que aparezca una actualización anual si se acordó, que se suele vincular al IPC o al IGC definido por ley.
Recuerda: si no aparece dicha cláusula en el contrato, el casero no puede subir el precio hasta la renovación legal del contrato.
Firma en cada hoja
No tengas miedo a la hora de firmar en cada hoja. Firma el contrato en cada una de ellas. Esto impide cualquier tipo de manipulación a posteriori, ya que cada firma demuestra tu consentimiento.

Esta práctica ya está respaldada a nivel jurisdiccional por el propio Tribunal Supremo. O sea, que sirve como prueba y es un salvavidas legal. Además, debe conservarse una copia del contrato firmado tanto para el arrendador como para el inquilino.
Cierra el contrato
Al final del último folio, siempre puedes escribir de tu puño y letra «Fin del contrato». Bien legible. Luego, bajo ello, tacha cualquier espacio en blanco. Esta sencilla medida hace que se agreguen cláusulas a posteriori en la misma hoja (que ya deberías tener firmada en un lateral). Por lo tal, fuerzas al propietario a que sea completamente limpio con el contrato y que no aproveche ese espacio en blanco para añadir nada extra.
Tras ello, no tienes nada más que añadir al contrato. Pero como siempre debe hacerse con los documentos legales, echa un buen vistazo a cada apartado para que no te cuelen cláusulas extrañas ni que te puedan perjudicar a largo plazo.