Windows 8 ha sido un sistema operativo muy polémico. Este SO, lanzado en 2012, venía con la intención de suceder al exitoso Windows 7 y, de paso, realizar cambios que, a la mayoría, no les gustaron, como orientarlo a pantallas táctiles o eliminar el menú inicio. Es cierto que 8 llegó bastante mal, ya que los usuarios estaban cómodos en Windows 7 y, viendo los cambios, no querían cambiar. Pero, con la llegada de Windows 8.1, la cosa cambió para bien, y poco a poco fue marcando el camino hacia lo que ahora conocemos como Windows 10.
Es cierto que Windows 8 fue uno de los lanzamientos más grandes desde la llegada de Windows 95. Incluso a pesar de los cambios que llegaron con Vista, 8 era mucho más radical en este sentido. Microsoft empezaba a renovar su sistema operativo y a incluir nuevas funciones y características (como nuevas pantallas de bloqueo y sistemas de inicio de sesión que, más adelante, dieron lugar a Windows Hello) como parte de la renovación de la interfaz del SO. También fue la primera versión que introdujo la Windows Store y las aplicaciones universales, aunque con poco éxito. A pesar de ello, lo único que recuerdan los usuarios es su mural y la ausencia del menú inicio. Un extraño «fork» de Windows Phone.
Por suerte, Steve Ballmer, CEO en aquel entonces de la compañía, dejó su puesto. Y, gracias a ello, Windows 8.1 pudo mejorar un poco el fracaso de este sistema y abrir la mente de cara a Windows 10, el cual llegaba apenas 3 años después de 8.
Por qué usar Windows 8 en vez de Windows 10
Aunque es cierto que la gente o bien se ha quedado en Windows 7 (a pesar de no tener soporte) o ha dado el salto a Windows 10, aún hay cerca de un 5% de usuarios que sigue usando Windows 8 u 8.1. ¿Qué les lleva a ello?
Microsoft nos permite actualizar gratis a Windows 10, manteniendo nuestros programas y nuestros archivos. Por lo tanto, no es un motivo de comodidad ni de precio. Al usar el mismo Kernel NT, tanto 8.1 como 10 son iguales en cuanto a compatibilidad de programas. Incluso el rendimiendo de ambos sistemas es prácticamente igual, y sus requisitos mínimos son iguales. Pero hay dos aspectos que diferencian a este sistema.
El primero de ellos: la privacidad. Es cierto que Windows XP y 7 eran mucho más privados que los sistemas operativos modernos. Pero es que con la llegada de Windows 10 el concepto de privacidad desapareció por completo. Microsoft empezó a recopilar una gran cantidad de datos con su sistema operativo y, aunque muchos de ellos se han vuelto opcionales, no tiene nada que ver con las versiones anteriores. Los usuarios que no aceptan esto suelen preferir una versión anterior. Y, dado que Windows 7 ya no tiene soporte, la opción menos mala es Windows 8.1.
Y el otro de los motivos por el que muchos prefieren quedarse en este SO es por los problemas para actualizar. 8.1 no tuvo problemas a la hora de instalar las actualizaciones. Sin embargo, con Windows 10 es raro el mes que no hay usuarios con problemas. Por no hablar de las nuevas versiones que llegan cada 6 meses que no solo dan multitud de problemas, sino que pueden dejar nuestro PC horas inutilizado mientras se instala la nueva versión. En este sentido, 8 y 8.1 eran mucho más simples, y cuanto más sencillo es un sistema operativo menos problemas hay.
Motivos para actualizar a Windows 10
Windows 8 no es uno de los mejores sistemas operativos de la compañía, más bien todo lo contrario. Igual que Vista, o Windows Me en su época, este SO ha sido un sistema de transición hacia Windows 10. Actualmente, Windows 8 no tiene soporte, pero sí lo tiene 8.1, su actualización, que recibe todos los meses actualizaciones de seguridad igual que los demás sistemas de Microsoft. Sin embargo, este soporte no es infinito, y en apenas año y medio (en enero de 2023) acabará su soporte extendido, ESR, y quedará abandonado, igual que XP o 7.
Además, 8.1 carece de funciones que podríamos considerar esenciales. Por ejemplo, no incluye la última versión de Windows Defender, y carece de ciertas características diseñadas para darnos mayor seguridad. Tampoco tiene la Game Bar ni el Modo Juego para optimizar nuestras partidas. Ni siquiera un menú inicio, ya que 8.1 solo introdujo el botón, pero no el menú como tal.
Quedarnos en Windows 8 es, al final, quedarnos en el pasado. Es preferible dar el salto a Windows 10 y poder disfrutar al máximo de todo lo que no ofrece este SO, que no es poco.