A medida que ha pasado el tiempo, cada vez son más los elementos muy importantes de que usamos de manera habitual en Windows. Entre estos, si hay uno que destaca, ese es el escritorio del sistema, uno de los primeros que vemos al arrancar el PC, y de los últimos al apagar.
De hecho para muchos este espacio supone el centro de control del propio sistema operativo desde el que empezamos a trabajar con todo lo demás. Como probablemente la mayoría de vosotros ya sabréis de primera mano, aquí es donde ubicamos accesos directos a las aplicaciones, carpetas o archivos más usados. Al mismo tiempo creamos nuevos contenidos que deseamos tener a la vista en todo momento, o ubicamos accesos a funciones importantes del propio Windows.
Pero claro, en muchas ocasiones nos encontramos con que, a medida que pasa el tiempo, este escritorio se puede volver incómodo de usar. Esto puede venir dado por varias razones, por lo que lo mejor que podemos hacer es tomar ciertas medidas de precaución en este sentido. Todo ello con el sano objetivo de optimizar el uso del mismo en nuestro PC. Esto, como os podréis imaginar, nos permitirá ser un poco más productivos en el día a día con el equipo y trabajar de una manera más cómoda y efectiva.
Personaliza el tamaño de los iconos del escritorio
Dependiendo del número de elementos que hayamos añadido a este espacio de trabajo, o sencillamente a nuestra vista, el tamaño de los iconos debe variar. Es por ello que el propio sistema nos da la oportunidad de modificar ese tamaño dependiendo de las necesidades de cada uno. Por ejemplo, si no los vemos bien los podemos hacer más grandes. Por el contrario, si tenemos demasiado, podemos reducir su tamaño.
Así, esto es algo que podemos lograr de manera sencilla desde el menú contextual del mismo, pulsando con el botón derecho del ratón. A continuación nos situamos en la opción de Ver, donde ya podremos cambiar ese tamaño al que nos referimos.
Utiliza un fondo de escritorio adecuado
En ocasiones se puede dar el caso de que no distingamos bien los iconos del escritorio por el fondo que tenemos establecido. Esto es algo que se puede hacer especialmente incómodo si por ejemplo usamos una imagen demasiado clara. Esta puede molestar o no dejar que los contenidos aquí se vean bien. Para solucionar esto, si usamos un tema de Windows, podemos intentar volver al menú contextual y elegir Siguiente fondo de escritorio. Igualmente podemos pinchar en Personalizar, con lo que ya tendremos la posibilidad de cambiar esa imagen a mano.
Usar la resolución de pantalla recomendada
Por otro lado el fallo de uso y visualización de este elemento puede darse porque no tenemos bien configurada la pantalla. Este es un elemento hardware clave, más si tenemos mal puesta la resolución de la misma. Por tanto, volviendo al menú contextual, ahora pinchamos en la opción llamada Configuración de pantalla. Aquí ya vemos la resolución que el propio Windows nos recomienda que usemos en el equipo.
Limpiar el escritorio por completo
Pero de igual modo podemos hacer una limpieza total del escritorio de Windows como tal. Pero no, no penséis que nos referimos a eliminar todos los elementos que aquí tenemos a nuestra disposición, sería un tanto radical. Así, si en un momento dado necesitáis disponer de un escritorio limpio de iconos, pero poder recuperar los mismos rápidamente luego, esta es la solución.
Basta con que volvamos al menú contextual de este escritorio, y en este caso nos decantemos por la opción Ver/ Mostrar iconos del escritorio. Se lo desmarcamos, veremos cómo desaparece todo, a excepción del fondo.