El nuevo Windows es una realidad. Hace ya un mes que Microsoft anunció su nuevo sistema operativo, un Windows que promete una renovación casi por completa de todo el sistema operativo. Hay cambios en la barra de tareas, en el menú inicio, en la apariencia general del programa… A pesar de ser un Windows 10 que ha pasado por chapa y pintura, Windows 11 parece un sistema operativo completamente nuevo. Sin embargo, no todo lo que se ha enseñado de este nuevo SO es bueno, y, si Microsoft no hace nada, hay cosas que pueden llevar a este nuevo SO a ser un nuevo «Windows malo».
Windows 11 será «gratis»
Lo primero que nos vino a la cabeza cuando Microsoft presentó su nuevo sistema operativo fue ¿cuánto nos va a costar la actualización? La verdad es que este sentido la compañía se portó y aseguró que los usuarios podrían actualizar gratis de Windows 10 a Windows 11 sin tener que volver a pasar por caja. Pero hay una letra pequeña en esto.
Igual que ocurrió con Windows 10, actualizar a Windows 11 solo va a ser gratis el primer año. Justo cuando el sistema es más inestable. A partir de 2022, si no hemos actualizado ya, vamos a tener que pasar por caja. Y hay muchos usuarios que querrán seguir usando Windows 10 hasta el fin de soporte, en 2025, perdiendo la posibilidad de actualizar sin pagar.
Cambios en la interfaz: a la gente no le gusta
Es verdad que Windows estaba pidiendo a gritos cambios en la interfaz de Windows 10. Pero lo que estaban pidiendo los usuarios era volver a la apariencia Aero de Windows 7, no a un híbrido extraño mezcla entre 7, 8 y 10 como nos trae Windows 11.
La interfaz ha cambiado en todos los sentidos. Desde la barra de tareas, que ahora está mucho más limitada (no podemos moverla de sitio, ni arrastrar iconos a ella) en funciones hasta los iconos centrados en la misma. El menú inicio también ha cambiado, siendo un menú mucho más minimalista (como ya pudimos ver en Windows 10X) y alejándose mucho más de lo que era el clásico menú de Windows 7.
Funciones y características innecesarias
Una renovación tan grande de Windows implica traer nuevas funciones y características. Sin embargo, hay muchas cosas innecesarias dentro del sistema operativo. Sin ir más lejos, tenemos un nuevo panel de widgets, similar al de «Noticias e Intereses» que a muchos no nos va a gustar.
Microsoft Teams está bien para quien use este programa, sin embargo, ¿realmente es una función que tengamos que usar sí o sí? Los nuevos chats de Teams van a estar en la barra de tareas por defecto, nos guste o no. Entendemos que Microsoft quiera plantar cara a WhatsApp, pero obligar a los usuarios a tener un programa en su PC no es la mejor forma se hacerlo.
El subsistema de Windows para Linux fue una gran novedad… para desarrolladores. Pero ¿realmente es útil el nuevo subsistema de Windows para Android? Además de estar limitado a las aplicaciones de la Amazon App Store, y no tener acceso a los Google Play Services, esta característica será exclusiva de los ordenadores con CPUs Intel de última generación. De nuevo, apostando por la «obsolescencia programada».
La telemetría, por supuesto, es otro gran handicap de este nuevo sistema. Si ya nos quejábamos de los datos que recogía Windows 10, con el nuevo 11 nos podemos llevar las manos a la cabeza.
Windows 11 = «Obsolescencia programada»
¿Realmente hay necesidad de un nuevo Windows? La verdad es que Windows 10 ya tiene 6 años, pero ha ido evolucionando todos los años con las actualizaciones y nuevas versiones que se han ido publicando. El Windows 10 que tenemos ahora no tiene nada que ver al Windows 10 que salió en 2015. Y, probablemente, los cambios de Windows 11 podrían haber llegado como una actualización más.
El nuevo Windows va a ser mucho más restrictivo, y va a hacer que muchos ordenadores, que hoy en día sigue funcionando bien, queden obsoletos. Lo primero es por el aumento de los requisitos. El nuevo SO de Microsoft pide un hardware muy superior al de otras versiones (más CPU, más memoria RAM, etc), siendo imposible instalarlo en ordenadores relativamente antiguos. Además, el requisito de TPM va a dejar una gran cantidad de ordenadores nuevos, pero de gama baja, fuera del soporte para este SO. Una medida que, realmente, es totalmente innecesaria.
El problema de siempre: las actualizaciones
Windows 11 va a tener que lidiar con un gran rival: Windows 10. Por motivos obvios, las empresas no van a actualizar sus sistemas, al menos, en los primeros años. Con el dinero que han invertido en preparar infraestructuras para Windows 10 ahora no van a volver a hacer lo mismo con Windows 11.
Además, Windows 11 va a seguir el mismo modelo de actualizaciones «rolling release» que Windows 10, aunque solo recibirá una actualización al año. Es decir, cada 12 meses vamos a tener que correr el riesgo de que, por actualizar el PC, podamos perderlo todo.