Windows siempre ha sido un sistema operativo diseñado para ordenadores. Todas sus funciones, la interfaz, y los programas están pensados para utilizarse sentados delante de una pantalla, y con teclado y ratón. Sin embargo, las cosas cambian, y la tecnología cambia, evoluciona muy rápido. Y algo que empezó a verse en Windows 8, como eran las interfaces pensadas para pantallas táctiles, hoy, con Windows 11, cada vez tiene más peso. ¿Están acabados los portátiles? ¿Son las tablets una buena alternativa para usar Windows?
Microsoft empezó a apostar por las tablets con Windows con el lanzamiento de la Surface Pro, en la era de Windows 8. Como era de esperar, entre que se trataba de un producto muy caro, y que Windows 8 no fue precisamente uno de los mejores sistemas operativos, estas tablets fueron un fracaso absoluto.
Ahora, en 2024, la cosa está cambiando. Windows 11 se ha convertido en un sistema operativo mucho más enfocado a tablets, tiene soporte oficial para ARM (la arquitectura de procesadores más usada en las tablets), y, además, con la llegada de Copilot y la IA, este concepto tiene mucho más sentido. Sin embargo, ¿es suficiente?
Una tablet con Windows: ventajas y problemas
Ahora mismo es totalmente viable usar Windows en una tablet. La interfaz de Windows 11 está pensada para usarse desde una pantalla táctil, y además el soporte para la arquitectura ARM está despegando dentro de este ecosistema. Windows 11 tiene una versión oficial para ARM, y muchos programas ya funcionan en esta versión del sistema operativo. Además, hay procesadores, como los Snapdragon X Elite y Plus, que son capaces de traducir las instrucciones x86 para que funcione cualquier programa en ellos.
A todo lo anterior debemos sumarle Copilot+, la nueva función de Inteligencia Artificial que podemos encontrar, por ahora, solo en tablets Windows con procesadores que cuentan con unidades de procesamiento neuronal (NPU). Esta función lleva la experiencia de Windows más allá, y solo lo podemos encontrar en estos dispositivos.
Por desgracia, aunque todo parece muy bonito, en realidad hay varios aspectos negativos que debemos tener en cuenta. El primero de ellos, por ejemplo, es el precio, ya que estas tablets, por lo general, son de gama alta (tanto en términos de CPU como en memoria RAM y almacenamiento). Y, además, si queremos usarlas como convertibles, debemos comprar varios accesorios a mayores, como el teclado, un lápiz, etc. Al final la inversión es bastante superior a la de un portátil.
Tampoco podemos obviar, por ejemplo, que el tema de juegos está más que descartado, ya que apenas hay juegos que funcionen en estas arquitecturas. Y la potencia bruta de los chips ARM es inferior a la de los procesadores clásicos AMD e Intel.
Ordenador portátil, lo clásico siempre es mejor
Por otro lado, tenemos los clásicos ordenadores portátiles. Estos equipos utilizan el mismo hardware que los ordenadores de escritorio (con algunos matices), y ofrecen la misma compatibilidad en cuanto a versiones de Windows y programas que los PCs de sobremesa. Dentro de este mercado tenemos una gran variedad de equipos, pudiendo encontrar ordenadores portátiles por menos de 400 euros, o auténticas máquinas gaming, topes de gama, que podemos usar para jugar.
Apostar por un ordenador portátil es sinónimo de acierto. Estos son los equipos más usados, y siempre van a tener soporte. Además, al no tener firmwares especiales, podemos asegurarnos de que en el futuro podremos instalar cualquier otra versión de Windows sin problemas, e incluso Linux si lo preferimos. A diferencia de las tablets, los ordenadores portátiles, como los de sobremesa, nos brindan mucha más libertad.
Sus principales inconvenientes son, por un lado, que estos equipos se suelen quedar obsoletos bastante pronto (sobre todo si compramos portátiles baratos, o de marcas chinas), y a la larga nos acabamos gastando mucho más dinero de lo que deberíamos. Por otro lado, salvo que apostemos por las gamas ultra-ligeras, son mucho más grandes y pesados para llevar encima, lo que se traduce a menudo en incomodidades, dependiendo de dónde vayamos.
Conclusiones
La llegada de las tablets al mercado de Windows es, sin duda, una gran noticia. Pero tiene muchos matices. Personalmente, ahora mismo, no compraría una tablet con Windows por varios motivos. El principal es que este mercado está experimentando y cambiando muy rápido, y una muestra de ello es la llegada de Copilot+, algo que nos están vendiendo como muy bonito, pero que, en realidad, aún no está del todo definido.
Las tablets usan chips ARM, los mismos que los móviles, y aunque Windows tiene versiones para esta arquitectura desde RT, no está tan depurado su soporte como lo está para Intel o AMD. También debemos destacar que, a cambio de portabilidad, debemos pagar un precio muy alto, especialmente si buscamos un buen producto. De aquí a unos años los precios se estabilizarán y podremos conocer muy bien cómo se posiciona este mercado. Pero, ahora, no es una de las mejores opciones.
Es cierto que la tablet es, a menudo, más cómoda. Sobre todo si vamos a viajar con ella (ir a estudiar, viajar por trabajo, ocio, etc). Al llevar un Windows, podremos hacer prácticamente lo mismo que podemos hacer en un PC, y podremos usarla tanto a través de su pantalla (ya que son táctiles), como con teclado y ratón conectados por Bluetooth o USB. Eso sí, a largo plazo no sabemos qué resultado va a dar, ya que las actualizaciones de firmware dependen de los fabricantes. Y si pasa igual que con Android, seguro que nos quedamos sin soporte muy pronto.
El ordenador portátil es una apuesta segura, algo que no fallará y que lleva años colocándose como una de las mejores opciones.