A pesar de ser competencia, Microsoft y OpenAI han forjado una histórica alianza que, a día de hoy, está a punto de romperse. De hecho, ha sido OpenAI la que ha puesto pie en pared, y de hecho estaría preparando una demanda antimonopolio contra la empresa de Bill Gates. Por lo que no descarta acudir a los juzgados si es necesario.
El detonante de semejante ruptura se puede atribuir a las prácticas anticompetitivas que OpenAI cree que Microsoft ejerce. Por ejemplo, hablamos del control excesivo sobre su tecnología, el acceso a sus nuevos modelos, pero lo peor de todo es que OpenAI necesita a Microsoft para su regulación como empresa con fines de lucro. Sin el aval del gigante de Redmond, a priori, no pueden hacer nada.
Las autoridades americanas ya están recabando las primeras investigaciones al respecto. Mientras tanto, OpenAI se ha lanzado a la búsqueda de nuevos proveedores computacionales. Cierto es que ambas empresas están dispuestas a colaborar, pero este golpe sobre la mesa de OpenAI lanza un mensaje muy directo: está dispuesta a llegar hasta el final si las condiciones no se equilibran. El resultado de este proceso puede suponer un antes y un después en el sector de la IA.
La mayor alianza de inteligencia artificial se tambalea
Hasta el día de hoy, la relación entre Microsoft y OpenAI parecía ser idílica. El gigante de Redmond ha inyectado más de 13.000 millones de dólares en la startup más famosa del momento con el objetivo de convertirse en su principal socio. De hecho, esta alianza ha permitido que modelos como GPT-4 se puedan incorporar en productos como Bing, Office o Copilot. Lo que ha hecho que se cree una simbiosis casi perfecta.
Pero en toda buena historia hay héroes o villanos, según quien la cuente. Por lo que OpenAI se ha planteado dar un giro de 180º con el paso del tiempo y de las tensiones.
De hecho, ha sido la propia startup la que ha considerado presenta runa demanda por prácticas anticompetitivas contra el gigante de Windows. Concretamente, la acusa sobre tener un control desproporcionado sobre el desarrollo y la comercialización de sus modelos. El quid de la cuestión de todo esto está en que Microsoft debe aprobar decisiones estructurales de OpenAI, pero la que más le duele a esta es que es la propia Microsoft quien debe aprobar su transición a empresa con fines lucrativos. Por lo que, básicamente, Microsoft tiene el toro por los cuernos en todo momento y deja entre la espada y la pared a OpenAI.

Es cierto que aún no se ha presentado ninguna demanda oficial. Pero lo que sí ha hecho OpenAI es negociar ya con otras compañías para diversificar su acceso a hardware y a servicios en la nube. El fin último es depender menos de Azure, la plataforma de Microsoft que esta ha destinado para la infraestructura de OpenAI.
La intención de los dueños de ChatGPT es clara: quieren una mayor autonomía, mayor control sobre su propia tecnología y menos injerencias externas. En el caso de que esto acabe en los tribunales, sería un caso pionero sobre las regulaciones de empresas de IA. Y si la sociedad se rompe