Cuando descargamos programas de Internet, podemos encontrarlos de dos tipos: que no necesitan instalación para funcionar (los menos frecuentes), o los que sí tenemos que instalar en el PC para usarlos. Para instalarlos, necesitamos un ejecutable que actúe como instalador. Y estos pueden ser de dos tipos: o bien un EXE, o bien un MSI. Y, aunque son parecidos, en la práctica tienen muchas diferencias, las cuales vamos a analizar a continuación.
En este artículo os vamos a explicar, de forma sencilla, cuáles son las diferencias entre estos formatos, y las ventajas (o problemas) de cada uno de ellos. De esta forma, cuando tengas que bajar un programa y puedes elegir entre un EXE o un MSI, podrás elegir el que mejor se adapte a tus necesidades.
Pero, antes de entrar en detalle, vamos a ver un breve resumen de las diferencias entre ambos formatos.
- MSI
- Ventajas: Instalaciones automatizadas, facilidad para desinstalar, funciones para reparar los programas.
- Desventajas: Menos flexibilidad para configuraciones personalizadas.
- EXE:
- Ventajas: Más flexible y mejor compatibilidad con configuraciones personalizadas.
- Desventajas: No se pueden automatizar las instalaciones, ni tampoco tiene funciones de reparación.
EXE vs MSI: diferencias
Los ficheros MSI comenzaron a usarse en 1999. Su nomenclatura viene dada en base a la tecnología inicialmente llamada Microsoft Installer y actualmente conocida como Windows Installer.
Por tanto, una vez sabemos esto, podríamos decir que estos archivos en formato MSI se pueden considerar como bases de datos. En los mismos se ha almacenado toda la información necesaria para poder realizar la instalación del programa deseado. El mismo también puede albergar otras tareas relacionadas como la reparación de esas aplicaciones. De hecho, estos son formatos de instalación para Windows ampliamente utilizados en entornos más empresariales. La principal razón de ello es por las posibilidades que ofrecen a la hora de trabajar con muchos equipos en una misma red.
Además, por otro lado, nos encontramos con los populares archivos ejecutables en formato EXE. Pues bien, debemos saber que estos nos pueden llegar de dos modos, por un lado, nos encontramos con aquellos que son archivos comprimidos que albergan un MSI y que llaman a Windows Installer. De ese modo esta función se encarga del proceso de la instalación como tal en el sistema. Pero con todo y con ello existe otro tipo de EXE sin echar mano de los mencionados MSI y de Windows Installer.
Una de las ventajas que nos presentan los archivos EXE, es que nos permiten instalar varias aplicaciones de manera simultánea. Hay que tener en cuenta que, si nos referimos a los MSI , este formato en concreto tan solo es capaz de encargarse de una instalación cada vez. Pero en el supuesto de que lo que necesitemos sea llevar a cabo una instalación desatendida, los mencionados son perfectos. De ahí precisamente su uso en entornos más corporativos, ya que estos son los más adecuados para automatizar estas tareas.
Esto se logra porque en la mayoría de las ocasiones los MSI se ejecutan sin preguntas a los usuarios ni interrupciones.
La principal diferencia entre un archivo .EXE y un archivo .MSI es que el primero puede incluir una o más aplicaciones en su interior y, además puede incluir archivos maliciosos, por lo que, siempre que sea posible, debemos evitar este tipo de archivos si existen la posibilidad de descargar la aplicación con la extensión .msi.
Los archivos MSI son archivos cuya única función es la de instalar aplicaciones, no tienen ninguna otra función adicional que si podemos encontrar en los archivos con extensión .exe. el formato .msi contiene todo lo necesario para instalar una aplicación y no puede ejecutar código malicioso, ya que Windows supervisa todo el proceso de instalación.
Teniendo en cuenta la peligrosidad que suponen los archivos EXE, Microsoft implementó un sistema de firmas digitales que permiten comprobar quién es el desarrollador de la aplicación, un desarrollador que ha utilizado una certificación que Microsoft comprueba cuando descargar el archivo. Si el archivo no dispone de esta certificación, en la mayoría de los casos, el equipo lo considerará una aplicación maliciosa, aunque realmente no sea así. Para salir de dudas, podemos utilizar la web Virus Total para analizar el archivo y comprobar si realmente se trata de un archivo que incluye software malicioso o no.
Al final, lo más importante es conocer la fuente de donde descargamos los archivos. Siempre que sea posible, es recomendable descargar la aplicación desde la web del desarrollador y evitar, siempre que sea posible las webs que se dedican a recopilar aplicaciones que, posteriormente, incluyen un instalador donde siempre intentan instalarnos aplicaciones, bloatware, que nunca vamos a utilizar en nuestro equipo.
Diferencias de seguridad
Tal y como hemos podido comprobar en estas mismas líneas, la función principal de ambos tipos es muy similar, es decir, son instaladores de aplicaciones en nuestros equipos basados en Windows. Cada uno tiene sus ventajas e inconvenientes dependiendo del tipo de uso que vayamos a hacer de estos instaladores o de las necesidades de los administradores de sistemas.
Pero también se puede ver la circunstancia de que algunos usuarios se pregunten cuál es más seguro de los dos. Partamos de la base de que multitud de atacantes desde hace años utilizan los ejecutables del sistema de Microsoft para cargar sus códigos maliciosos en nuestros equipos para que se pongan en funcionamiento. Lo cierto es que ambos formatos son propensos a contener algún tipo de código malicioso, más o menos dañino, por lo que destacar uno sobre el otro no tiene demasiado sentido.
Lo único que debemos tener en consideración es que debemos descargar ejecutables desde páginas fiables, o desconfiar de cualquier archivo de estas características que nos llegue vía correo electrónico. En caso de duda, lo mejor que podemos hacer es escanear el fichero con nuestro antivirus instalado o subirlo a alguna plataforma especializada como la de VirusTotal. Da igual que sea un archivo en formato MSI o EXE, los riesgos que corremos si nos llegan de fuentes sospechosas, será el mismo.
¿Cuál debo instalar en el PC?
Como podemos ver, a grandes rasgos ambos archivos cumplen una misma función: permitirnos instalar un programa o una aplicación en Windows. Y lo hacen de forma muy similar, ya que ambos tienen su propio asistente que debemos seguir hasta el final.
La principal diferencia entre ambos formatos se encuentra bajo el capó. Concretamente, cuando buscamos instalar un programa en una red de ordenadores bajo Active Directory. Si tenemos un programa en formato EXE, este se debe instalar a mano en todos los ordenadores, algo que, dependiendo del número de equipos que tenga la red, puede ser algo inviable. Sin embargo, los MSI permiten al administrador instalar de forma remota, y en segundo plano, los programas a todos los usuarios al mismo tiempo, lo que ahorra tiempo y problemas.
Si somos usuarios domésticos, lo más práctico y rápido son los archivos EXE. Este formato es el más utilizado por el software (ya que es más fácil de generar) y, además de que no vamos a necesitar las opciones administrativas, nos va a permitir instalar varios programas a la vez. Por el contrario, si somos administradores de sistemas y trabajamos en una empresa, los MSI son mucho más seguros y nos permiten instalar mucho mejor los programas de forma distribuida a todos los PCs de la red.
Si, en el momento de descargar una aplicación, tenemos la opción de elegir entre descargar el archivo ejecutable (.exe) y un archivo .msi, si queremos evitar que otras aplicaciones acaben instaladas en nuestro equipo, es recomendable seleccionar siempre la segunda opción. Cada vez es más habitual, especialmente en GitHub, encontrar tanto las versiones ejecutables como el instalador de paquetes .msi. Sin embargo, si buscamos aplicaciones antiguas o que llevan años sin actualizarse, encontrar los MSI es prácticamente misión imposible y tendremos que conformarnos con los ejecutables, eso sí, comprobando todos los pasos que se muestran para evitar instalar aplicaciones adicionales durante el proceso.
Además, una vez ha finalizado la instalación, también debemos comprobar que no se ha instalado ninguna otra aplicación de forma oculta durante el proceso. Para revisarlo, tan solo tenemos que pulsar sobre el menú de Inicio de Windows y comprobar si se muestra alguna aplicación nueva en la parte superior, además de la que acabamos de instalar.