La seguridad y protección que nos proporcionan los actuales antivirus está fuera de toda duda, especialmente si los utilizamos de manera correcta. Estos son programas que podemos configurar en gran medida para que se adapten a nuestras necesidades y preferencias de funcionamiento.
En el pasado los antivirus se centraban en protegernos contra todo tipo de malware y recibir actualizaciones para estar preparados ante los nuevos códigos maliciosos. Pero los títulos que podemos encontrar hoy día en el mercado van mucho más allá. Cuentan con funciones y herramientas avanzadas y en muchos casos adicionales, para llevar la protección de nuestros datos y equipos a un nivel más alto. Con todo y con ello, el funcionamiento básico de todos estos programas es el mismo.
Podríamos decir que se centran en estar en alerta en todo momento y vigilando todo aquello que llega el PC para evitar disgustos. Pero claro, esa vigilancia constante de la que hablamos tiene algunos inconvenientes. Y es que en el sistema se cargan varios procesos que están funcionando constantemente en segundo plano, con el consiguiente consumo de recursos. Esta es la fuente de muchas de las críticas que este tipo de aplicaciones de seguridad reciben. De ahí precisamente que multitud de usuarios prefieran trabajar con un ordenador libre de antivirus y similares, lo que no siempre es la mejor decisión.
La función de la que os hablamos y que se encuentra incluida la mayoría de los programas de seguridad actuales, es la de protección activa. Como su propio nombre indica, esta característica es la que se encarga de mantener el software en estado de vigilancia constantemente para protegernos ante cualquier amenaza. Esto permite que podamos navegar por internet, descargar contenidos, o conectar dispositivos externos con mayor seguridad.
La protección activa del antivirus no siempre es útil
En el momento en el que el software detecta algún tipo de virus o elementos similares, lo bloquea y nos avisa. Por tanto, podríamos decir que esta funcionalidad de la que os hablamos es de extrema utilidad en la mayoría de los casos para proteger nuestros equipos y datos. Pero con todo y con ello, a pesar de la utilidad de esta característica, en ocasiones la protección activa del antivirus no es del todo recomendable. Esto es algo que podemos desactivar en la mayoría de los programas de este tipo, al menos temporalmente.
- Falsos positivos: uno de los fallos que nos pueden dar los antivirus, ya que no son 100% efectivos, son los falsos positivos. Si estamos seguros de que un archivo marcado no contiene malware, podemos desactivar temporalmente la protección activa.
- Consumo excesivo de recursos: en el caso de que dispongamos de un ordenador antiguo o un tanto limitado en cuanto a hardware, en determinadas ocasiones es recomendable desactivar esta característica. Esto es algo que se hace especialmente interesante cuando detectamos un excesivo consumo de recursos por parte del software de seguridad.
- Incompatibilidad con otras aplicaciones: en ciertas ocasiones la protección activa provoca incompatibilidad con algunos programas. Esto puede afectar negativamente al funcionamiento o ejecución de estos, por lo que podríamos desactivar la función temporalmente.
- Pruebas de rendimiento: a veces utilizamos programas específicos para realizar ciertas pruebas de rendimiento del PC. En estos casos también hacen recomendable desactivar la función del antivirus de la que os hablamos.