Cuando compramos un ordenador nuevo, o formateamos para instalar Windows 10 desde cero, notamos que, literalmente, vuela. Windows inicia muy rápido, y los programas se abren casi al momento. Sin embargo, a medida que va pasando el tiempo notaremos que el PC empieza a ir más lento, como si tuviera un «laste» que tira de él. Y este lastre, generalmente, suelen ser los programas que tenemos instalados en el PC.
Hoy en día podemos encontrar una infinidad de programas, de todo tipo. Muchos de ellos suelen ser comunes y ser de los primeros que instalamos en cualquier PC (navegador, suite ofimática, reproductor, etc). Son los que consideramos como programas imprescindibles para Windows. Y otros que luego ya optan por instalar los usuarios en función de sus necesidades y lo que vayan a hacer con el PC.
Los problemas vienen cuando hay usuarios que instalan todo tipo de programas, muchos de los cuales ni siquiera utilizan ni una sola vez. Con esto solo consiguen hacer que el ordenador vaya cada vez más lento. Y por tanto, es una práctica que debemos evitar.
Cómo ralentizan el PC los programas instalados
Obviamente, todos los programas que instalemos en el ordenador van a tener un impacto mayor o menor en el funcionamiento del mismo. ¿Por qué? Lo primero que debemos tener en cuenta es que todos los programas van a ocupar un espacio en el disco duro o en el SSD. Si es un programa pequeño, en un principio el impacto será pequeño. Pero si hablamos de programas ya considerablemente grandes, la cosa cambia. Al final, todos los programas suman espacio ocupado, y aumentan la fragmentación de los datos. Y por ello, poco a poco el ordenador se ve lastrado por todo ello.
También es importante saber que los programas consumen memoria RAM. Obviamente, estos suelen reservar y usar la memoria cuando los ejecutamos para trabajar con ellos. Sin embargo, a menudo, muchos programas también utilizan RAM y CPU cuando no los usamos. Por ejemplo, tienen procesos que se cargan al inicio de Windows para controlar las actualizaciones del programa, o procesos que quedan cargados para iniciar el programa más rápido al abrirlo. Y cuanta más memoria RAM usen los programas, más lento irá el resto del PC.
Hay programas, como los navegadores web o los editores de imágenes y vídeos, que generan inmensos archivos temporales y de caché. Estos se van guardando en el disco duro y no solo incluyen en el rendimiento general del PC, sino que también hacen que toda esta información se tenga que cargar al abrir el programa, aumentando el número de segundos que tarda el programa en abrir. Por poner un ejemplo, Spotify puede guardar perfectamente 10 GB de caché en el disco duro, y los navegadores como Chrome, otros dos o tres a medida que pasa el tiempo.
Programas buenos vs programas malos
¿Son todos los programas iguales? La respuesta es que no. Todo depende del tipo de programa que instalemos en el PC y de cómo haya sido programado. Por ejemplo, no es lo mismo utilizar un navegador ligero y privado, que borra nuestros datos a menudo de forma automática, que usar Chrome o Edge. Tampoco es igual de pesado un software como Adobe Premiere frente a otro editor de vídeo OpenSource. Y no siempre el software gratis o libre tiende a ser mejor, y un claro ejemplo de ello es LibreOffice, la suite ofimática libre, que consume mucha más memoria RAM que Microsoft Office.
Para evitar que el PC vaya lento debemos asegurarnos de instalar solo los programas que realmente necesitemos. Y cuando ya no los vayamos a usar más, borrarlos del PC. Además, este software debe estar siempre actualizado a sus versiones más recientes y con soporte. Solo así nos aseguraremos de estar usando «software bueno» que no tenga mucho impacto sobre el PC.