Aunque Windows sigue siendo el sistema operativo rey, con mayor cuota de mercado, Linux poco a poco va ganando adeptos y abriéndose paso como alternativa tanto para trabajar como para jugar. Y es que, aunque estamos acostumbrados a pasar por el aro de las grandes tecnológicas (ya sea Microsoft, en el caso de Windows, o Apple en caso de tener un Mac), dar el salto a Linux nos puede aportar una gran cantidad de ventajas que nos permitan trabajar mejor y exprimir mucho más el potencial secreto del ordenador.
Si aún no lo conoces, Linux es un sistema operativo (concretamente, el núcleo del sistema) desarrollado y distribuido en su totalidad como software libre, gratuito y de código abierto. Eso sí, aunque es ahora cuando se empieza a hablar mucho de él, este sistema no es precisamente nuevo, sino que lleva existiendo desde 1991. En la década de los 90, y los 2000, Linux era un sistema operativo de hackers, muy avanzado y complicado de usar, lo que dejó atrás a una gran cantidad de usuarios potenciales que, entonces, podían haberse pasado a él.
Las ventajas de usar Linux
Es muy importante saber que, de una forma u otra, todos usamos Linux en nuestro día a día. Android, sin ir más lejos, utiliza el Kernel Linux. También las SmartTV, electrodomésticos conectados y relojes inteligentes, por citar algunos ejemplos, se basan igualmente en él. Y esto se debe a que, al contrario que sus rivales, este sistema cuenta con una gran cantidad de ventajas como las que vamos a ver a continuación.
OpenSource y seguro por defecto
Sin duda, una de las principales ventajas que nos aporta este sistema operativo respecto a las otras alternativas es que es de código abierto. Esto significa que, por un lado, todo el mundo puede acceder al código para asegurarse de que no esconde puertas traseras ni recopila datos de los usuarios, cumpliendo la promesa de ser un sistema seguro y privado para todos. Además, los usuarios experimentados también pueden ayudar en el desarrollo y mantenimiento del sistema, tanto ayudando a mejorar el núcleo principal, como creando sus propias versiones modificadas del sistema operativo.
Otra de las ventajas que nos encontramos cuando hablamos de Linux es la seguridad. Y es que este sistema operativo es infinitamente más seguro que Linux y macOS, partiendo desde el concepto. Además de tener un soporte extraordinario, y una respuesta muy rápida ante cualquier vulnerabilidad, el propio núcleo tiene medias de seguridad avanzadas, como SElinux, o el firewall iptables, que se aseguran de que nada pueda acceder donde no debe. Incluso a nivel de sistema de archivos tenemos los permisos, que delimita drásticamente los archivos y carpetas que un usuario, o grupo de usuarios, puede leer, escribir o ejecutar.
Control total sobre el sistema
Muchos usuarios se quejan de que Windows limita mucho lo que podemos o no podemos hacer con el sistema. Por ejemplo, no nos permite desinstalar muchos programas, o realizar personalizaciones concretas para ajustar la apariencia a nuestro gusto. Esto se elimina por completo con Linux.
Si algo destaca de Linux es la personalización. Cuando instalamos una distro tenemos control total, para bien o para mal, con lo que instalamos, desinstalamos, cambiamos o movemos, pudiendo dejar el sistema con tan solo los paquetes y programas que realmente necesitemos, borrando todo lo demás.
Y en cuanto a la personalización, las distros nos permiten ajustar literalmente todos y cada uno de los elementos que vemos en pantalla. Y, si el escritorio que estamos usando no nos gusta (GNOME, por ejemplo) podemos cambiar a otro que se adapte mejor a nuestros gustos y, por ejemplo, se parezca más a Windows, como podría ser Cinnamon.
Hardware y Linux
Aunque se piensa que Linux es más complicado que Windows, en realidad algunas tareas básicas son incluso más sencillas que en el sistema de Microsoft. Por ejemplo, todo lo relacionado con los drivers para el hardware. Mientras que en Windows tenemos que bajar e instalar los controladores a mano, en Linux estos vienen incluidos en el propio Kernel, y se cargan automáticamente en el arranque. De esta forma, salto en casos muy contados (como tarjetas gráficas gaming, o ciertos chips de Wi-Fi), no tendremos que preocuparnos por ningún controlador.
Por último, pero no menos importante, Linux requiere menos hardware para funcionar que Windows o macOS. Esto ha sido especialmente notable desde el lanzamiento de Windows 11 y sus incomprensibles requisitos de RAM, espacio en el disco duro y el chip TPM 2.0. Con Linux no vamos a tener ningún problema, ya que las principales distribuciones funcionan en cualquier ordenador dentro de la media, y hay distros específicas que pueden correr incluso en ordenadores de hace 30 años sin despeinarse.
Linux es también una excelente alternativa si lo que quieres es poner en marcha un sistema operativo en un ordenador muy muy viejo. Existen en la red muchas distros de este sistema operativo que recortan los requisitos hasta el punto de que podemos instalarlo sin problemas en ordenadores incluso con menos de 64 MB de memoria RAM. Una opción ideal para dar una segunda vida a un PC antes que tirarlo a la basura.
Un excelente sistema para programar
Otra de las ventajas que podemos encontrar en los sistemas Linux es que, igual que para ciertas tareas de edición de fotos y vídeos puede ser deficiente, si lo que vamos a hacer es programar y compilar código, se trata de un sistema infinitamente superior a Windows.
La mayoría de las distros Linux vienen ya preparadas con las principales dependencias y librerías que podemos necesitar en caso de que vayamos a programar en el PC. Pero, si resulta que necesitamos alguna dependencia en concreto, y no viene incluida, podemos instalarla fácilmente con un simple comando de terminal.
Además, el núcleo está especialmente preparado para compilar grandes cantidades de código de la forma más óptima, detectando y reportando cualquier error que pueda aparecer cuando utilizamos el compilador. Por tanto, otra gran ventana que debemos sumar a Linux.
Linux también tiene puntos débiles
Por desgracia, no todo iban a ser grandes noticias. Y es que Linux también cuenta con una serie de inconvenientes, o hándicaps, que tampoco debemos pasar por alto.
El primero de estos problemas es que, aunque Linux es un sistema operativo relativamente sencillo de usar (como ya explicamos en sus ventajas), aún sigue siendo más complicado que Windows y macOS. Algunas tareas dependen de conocer ciertos comandos en el terminal que, aunque son muy básicos, ya nos obligan a usar la consola para realizar ciertas tareas.
Pero este no es el único hándicap que nos podemos encontrar a la hora de usar un sistema Linux.
Mucha variedad y ganas de complicar lo básico
Aunque la gente conoce a Linux, no existe un «voy a instalar Linux» como tal, sino que lo que instalamos es una distribución: Ubuntu, Debian, Mint, Kali… Como ya hemos explicado, las distros de Linux es una de sus principales virtudes, ya que nos permiten encontrar todo tipo de sistemas personalizados y especializados para una tarea. Pero esto también es un problema, ya que existen muchos sistemas diferentes y la gente sin experiencia se encuentra, desde el primer momento, en la encrucijada de elegir cuál elegir.
Los permisos de Linux son también otra de las principales medidas de seguridad, ya que nos permiten delimitar quién puede o no puede acceder a cada uno de los archivos del PC. Pero también pueden ser (y, de hecho, son) muy problemáticos para los nuevos usuarios. Es más que probable que vayas a abrir un documento y que, si no tienes los permisos bien configurados, no podrás abrirlo. Y, para cambiarlos, necesitaremos ser superusuarios y ejecutar comandos en un terminal. También se delimitan los permisos de ejecución, por lo que es probable que, si bajamos un script, o programa, de Internet, no podamos ejecutarlo sin cambiarle los permisos.
El software, lo peor de Linux
Ojo, que aquí no queremos decir que el software OpenSource sea peor que el software comercial, más bien al contrario. Pero hay ciertos detalles que sí pueden suponer un problema, sobre todo para los que empiezan de cero.
Los repositorios de software siguen siendo también otro de los lastres de este sistema operativo. Es cierto que las principales distribuciones Linux, como Ubuntu, tienen unos repositorios muy completos desde los que podemos encontrar una gran cantidad de programas. Sin embargo, hay software concreto (Google Chrome, sin ir más lejos) que no están dentro de los repositorios principales. Por tanto, para instalarlos es necesario añadir estos repositorios mediante comandos. Por no hablar, claro, del mantenimiento que requieren.
Continuando con el software, otro aspecto a tener en cuenta es que debemos cambiar los programas que usamos a menudo por otras alternativas disponibles dentro de Linux. Por ejemplo, Word, Excel, PowerPoint o Photoshop no tienen versiones para Linux, aunque a cambio tenemos LibreOffice y Gimp (pero, siendo sinceros, no son iguales). Lo mismo ocurre con muchos otros programas que no funcionan en Linux, y sobre todo con los juegos (aunque Steam sí ha aumentado el número de juegos para Linux gracias al Steam Deck).
El problema de las actualizaciones
En cuanto a las actualizaciones, también debemos tener cuidado a la hora de elegir distro, ya que no todas se actualizan igual. Hay dos modelos de actualizaciones diferentes. Por un lado, tenemos las actualizaciones normales, es decir, que cada cierto tiempo (una o dos veces al año, por ejemplo) se lanzan nuevas versiones que debemos instalar desde cero, y por otro lado tenemos las distros Rolling Release. Estas son las ideales, ya que se actualizan constantemente y nos garantizan tener siempre la última versión con los últimos paquetes y las últimas características. Pero son las menos comunes.
Ubuntu, por ejemplo, tiene dos ediciones diferentes. La edición normal, que tiene tan solo 9 meses de soporte, y la LTS, que cuenta con 5 años de actualizaciones. Cada 6 meses sale una actualización normal (9 meses de soporte), y cada dos años (o 4 actualizaciones normales) aparece una LTS nueva. Arch, en cambio, utiliza un sistema de actualizaciones Rolling Release con el que estaremos siempre al día. Eso sí, es mucho más complicada de usar que la distro de Canonical.
A esto hay que sumarle que el Kernel Linux se actualiza de manera independiente, por su cuenta. Por todo ello, las actualizaciones son un caos en todos los aspectos.
Cuidado con la comunidad
Por último, la comunidad de Linux es… peculiar. Aunque depende mucho de las distribuciones que usemos, los usuarios que frecuentan foros y blogs de Linux suelen ser muy radicales, y o piensas como ellos, o te atacarán y faltarán al respeto sin pensarlo. Al menos, la comunidad hispanohablante. Y dan por hecho que todo el mundo debe saber lo que es un chmod, un sudo, un iptables o un rm, y no piensan que, justo los usuarios que preguntan son los que no lo saben, usuarios potenciales que, con razón, se desaniman. De todas las comunidades, la de Ubuntu es la peor.
Por qué se llama GNU/Linux en lugar de solo Linux
A la hora de decantarnos por una distribución u otra que vamos a instalar en nuestro equipo, al hacer búsquedas en internet nos encontramos con que se las denomina como GNU Linux. La principal razón de todo ello es que en estos casos lo que realmente la mayoría de los usuarios usan son distribuciones GNU/Linux. Esta es una nomenclatura que viene de la combinación existente entre las herramientas GNU, que son desarrolladas por la Free Software Foundation, y el núcleo Linux En estas distribuciones que vamos a instalar.
Y es que hay que tener en consideración que la gran mayoría de los sistemas operativos GNU/Linux que nos encontramos online para su descarga, de forma predeterminada incluyen miles de aplicaciones con licencia de software libre. Esto nos ofrece muchas ventajas y ahorro económico, bloque por supuesto beneficia a los usuarios de estos sistemas. En resumidas cuentas, tendremos la posibilidad de obtener y disfrutar de un sistema operativo y sus correspondientes aplicaciones sin gastar un solo euro.