Siempre hablamos de la importancia de tener un sistema operativo, y todos los programas, actualizados a sus últimas versiones. Esto nos permite aprovechar al máximo sus funciones, poder usarlo sin errores y, además, poder estar seguros de que nada pone en peligro nuestra seguridad. Sin embargo, cuando se habla de Linux, especialmente de distribuciones como Ubuntu, instalar el último Kernel puede no ser siempre la mejor opción.
Ubuntu no viene con una versión original del Kernel Linux, sino que viene con una versión modificada por Canonical con parches y optimizaciones específicas para esta distro. Esta es la versión que la compañía va a mantener durante todo el ciclo de vida de la distro. Cuando se lance una nueva versión, 6 meses después, esta traerá una versión más nueva, igualmente modificada y optimizada por la organización.
Por supuesto, Canonical no te impide instalar otro kernel en la distro. Cualquier usuario puede descargar e instalar la última versión del kernel oficial, o cualquier otra versión modificada como, por ejemplo, el real time. Sin embargo, debemos analizar los pros y los contras de hacer esto.
Qué ventajas nos aporta instalar el último núcleo Linux en Ubuntu
Las últimas versiones del Kernel de Ubuntu, el oficial, se caracterizan principalmente por traer soporte para nuevo hardware, optimizar el rendimiento y solucionar errores. Es raro encontrarnos con una característica que realmente sea imprescindible para el día a día. Si instalamos la última versión del Kernel, lo que conseguiremos principalmente será mejorar el funcionamiento del PC, especialmente con el hardware más nuevo. Pero poco más. Es más, como cada versión del núcleo es cada vez más grande, puede ocurrir que, al instalar la última versión, experimentemos una pérdida de rendimiento al tener que procesar más paquetes y más líneas de código.
Si queremos que los sistemas de archivos, como EXT4, exFAT o ZFS funcionen mejor, o cargar Linux en la última CPU ARM que aún no ha llegado al mercado, entonces no nos quedará otra que instalar la nueva versión. De lo contrario, mejor no cambiarla.
Por qué no cambiar el Kernel a Ubuntu
Como hemos explicado, el Kernel que viene en Ubuntu no es el mismo que podemos bajar desde Kernel.org. Canonical implementa una serie de parches, mejoras y correcciones para hacerlo funcionar de la forma más óptima en su sistema operativo. Si instalamos un kernel no optimizado para Ubuntu, estaremos perdiendo todos estos parches y las optimizaciones de Canonical, y la distro puede no funcionar como está pensado que lo haga.
Además, si tenemos un sistema con UEFI y Secure Boot, cambiar el Kernel por uno no firmado, aunque esté compilado por nosotros, puede hacer que nuestro PC directamente no arranque al no tener las firmas digitales que le incluye Canonical, y otros desarrolladores, para poder funcionar en estos sistemas.
¿Y qué pasa con la última versión del kernel oficial de Ubuntu?
Aunque las nuevas versiones no lleguen a nuestra distribución, Canonical trabaja desde el primer momento con las nuevas versiones del Kernel y las prepara para las siguientes versiones de Ubuntu. Esto significa que, si queremos, podemos instalar la última versión del Kernel (actualmente la 5.8.1) modificada por Canonical en nuestro Ubuntu. Y podemos hacerlo con un simple comando:
wget -c https://kernel.ubuntu.com/~kernel-ppa/mainline/v5.8.1/amd64/linux-headers-5.8.1-050801_5.8.1-050801.202008111432_all.deb && sudo dpkg -i *.deb
¿Qué ocurre? Que estas versiones del kernel modificadas aún no están preparadas para funcionar en producción. Con otras palabras, son «beta» que pueden tener errores. Por lo tanto, esta versión 5.8.1 no es, ni de lejos, tan estable como el Kernel 5.4 incluido de serie en Ubuntu 20.04 LTS. Cuando esta versión esté acabada se incluirá en la siguiente versión de la distro, en este caso, en Ubuntu 20.10.