En el momento en el que instalamos un nuevo programa en nuestro ordenador, en principio esperamos que cumpla con nuestros requerimientos y funcione lo mejor posible. Pero estos necesitan una serie de mantenimientos más adelante, algo que viene de la mano de las correspondientes actualizaciones y parches que se envían.
Hay que tener en consideración que cuando hablamos de los parches que reciben nuestras aplicaciones de uso diario, nos referimos a elementos de suma importancia. Hay que decir que las actualizaciones se encargan de hacernos llegar, en gran medida, nuevas funciones y correcciones generales para un sistema operativo o aplicación en concreto. Por su parte por parches se encargan de los corregir errores detectados recientemente más concretos y así solventar sus posibles fallos.
De ahí precisamente la importancia de estos elementos software que sus desarrolladores nos envían de manera periódica o sencillamente cuando son necesarios. Quizá pensemos que estas actualizaciones y parches son exclusivos de sistemas operativos como Windows o Linux, por ejemplo. Sin embargo, nada más lejos de la realidad, ya que cualquier aplicación, por pequeña que sea, en ocasiones necesita ser parcheada por alguna razón.
En la gran mayoría de las ocasiones estos parches de los que os hablamos para vuestros programas favoritos son muy importantes. De hecho, casi siempre son ineludibles para que esa solución software en concreto funcione como debería y además sin problemas de seguridad. Sin embargo, en ciertas ocasiones deberíamos evitar la instalación de estos elementos, que es precisamente de lo que os hablaremos a continuación. Esto es algo que se hace extensible tanto un elemento del tamaño de un sistema operativo, como a un sencillo programa que tengamos instalado el PC.
No siempre debes instalar los parches de tus programas
Lo primero que debemos saber es que estos parches de los que os hablamos corrigen errores muy concretos. Por tanto, en el caso de que no hayamos sido víctimas de esos fallos en nuestro programa instalado, podemos evitar la llegada de estos parches que envían sus desarrolladores. De igual modo se puede dar el caso de que estos elementos se manden para determinadas versiones de una aplicación o sistema operativo. Así, si nosotros disponemos de una versión anterior o posterior, igualmente no será necesario que parcheemos el software.
También se puede hablar en el caso de que otros usuarios hayan reportado errores derivados de la instalación de este añadido para la corrección de fallos. Por ejemplo, esto es algo que se suele dar de manera bastante habitual en Windows con su parches y actualizaciones. De hecho, se podría considerar como uno de los grandes hándicap ante los que se encuentra Microsoft desde hace años. No hace falta decir que llegado el caso es mejor que no instalemos estos parches, al menos hasta que se arreglen por parte de sus desarrolladores.
Decir que mientras que en la mayoría de las ocasiones estos parches subsanan los errores, en otras provocan más fallos que soluciones. Ahí es precisamente donde debe entrar en juego nuestra decisión a la hora de elegir si instalarlos o no, o el momento de hacerlo.