Desde hace décadas, Windows y Linux siempre han tenido una acalorada rivalidad. Cada sistema operativo tiene sus propios seguidores y defensores a muerte y, aunque Windows es un sistema operativo infinitamente más utilizado que Linux (al menos en escritorio), la comunidad de Linux es mucho más radical. Dicho fanatismo llega incluso hasta el punto de defender lo indefendible y faltar al respeto de quienes no piensan como ellos. Y es cierto que Linux puede tener muchas ventajas respecto a otros sistemas, como Windows o macOS. Pero, por mucho que duela, Windows tiene también muchas cosas de las que debería aprender Linux.
Linux no es un sistema operativo como tal, sino que existen pequeños sistemas operativos creados a partir de él, lo que se conocen como distribuciones. Una de las más conocidas y utilizadas es Ubuntu, una distro que, a su vez, está basada en Debian.
Cada distro Linux tiene una serie de ventajas y características que la hace destacar sobre las demás. Sin embargo, en este artículo vamos a hablar especialmente de Ubuntu. De todo lo que esta distribución debería aprender de su rival, Windows, para poder empezar a plantarle cara.
Requisitos mínimos
Siempre se ha dicho que Linux es un sistema operativo más ligero y rápido que Windows, siendo este uno de los principales argumentos de los defensores de Ubuntu. Sin embargo, ¿nos hemos parado a mirar los requisitos de ambos sistemas operativos?
Partiendo de la última versión de Ubuntu en estos momentos, la 20.04 LTS, los requisitos mínimos oficiales para instalar este Linux son un procesador Dual-Core de 2 GHz, 4 GB de memoria RAM y 25 GB de espacio en el disco duro. Unos requisitos muy elevados, aunque luego en la práctica puede funcionar con menos (por ejemplo, con 1 GB de RAM).
Sin embargo, los requisitos de Windows 10 son diferentes. El sistema operativo de Microsoft pide un procesador de un solo núcleo a 1 GHz, 1 GB de RAM para 32 bits, o 2 GB de RAM para 64 bits, y 16 o 32 GB de espacio de almacenamiento para 32 y 64 bits respectivamente.
No entramos en temas de gestión de memoria (donde Linux, obviamente, supera a Windows y a macOS), pero las cifras hablan por si mismas. Distros, como Ubuntu, han superado en requisitos a Windows, algo que nunca nos hubiéramos imaginado.
Facilidad de uso
Obviamente, cada sistema operativo es diferente y tiene un público objetivo diferente. Windows es el sistema operativo más rápido de usar, más de andar por casa, un sistema operativo que cualquiera puede instalar y usar. El sistema operativo que, al fin y al cabo, usan todos nuestros conocidos.
Linux ha sido un sistema operativo muy complicado de usar (una de las razones por las que nunca llegó a conquistar los PCs de escritorio). Y, aunque a día de hoy hay distros muy sencillas, que imitan incluso toda la apariencia de Windows, la forma de usarlas, trabajar con ellas y llevar a cabo su mantenimiento siguen siendo tareas mucho más complicadas.
La interfaz de Ubuntu, por ejemplo, es una interfaz muy parecida a la de Windows 10. Cualquier usuario que venta de Windows seguramente sepa trabajar con ella. Sin embargo, hay muchas tareas para las que es necesario usar terminal, como en cualquier otra distro. Y aunque digan que «al final son los tres mismos comandos de siempre«, ya son 3 comandos que, en Windows, no tienes que aprender.
Software: el pilar débil de Ubuntu
¿Mis programas de Windows funcionarán en Ubuntu? Muchos fieles seguidores del sistema operativo libre dirán que sí. Pero la verdad es que no. Los programas de Windows no van a funcionar en Ubuntu, ni en ningún Linux. Ni siquiera con el uso de programas intermedios como Wine vamos a poder ejecutar los mismos programas que podemos ejecutar en Windows. Y, de conseguirlo, el proceso será muy complicado (volviendo al punto anterior).
Es cierto que en Linux podemos encontrar alternativas OpenSource a prácticamente cualquier programa de Windows. Pero GIMP o OpenShot, aunque cumplen con su función, no tienen nada que hacer con Photoshop y Premiere. ¿Office y LibreOffice? Mejor no comparar.
Y, por supuesto, olvídate de los juegos
¿Jugar en Ubuntu? Por qué no. Este sistema operativo tiene sus propios juegos, como cualquier otro sistema operativo. Empezamos por el buscaminas y acabamos por el solitario. También tenemos títulos OpenSource muy interesantes, como 0AD o SuperTuxKart. Sin embargo, si queremos jugar a lo que juega todo el mundo, no vamos a poder hacerlo. Ni siquiera podremos instalar el Fornite, o cualquier juego que esté de moda. Los desarrolladores no apuestan por Linux. Ni Linux les da las mismas librerías que Windows.
Incluso hay empresas que han apostado por los juegos en Ubuntu y en cualquier otra distro. Valve, sin ir más lejos, ha invertido mucho en crear un sistema operativo para jugar (basado en Debian, como Ubuntu), y cuenta con herramientas como Steam Play que nos permiten instalar y jugar a juegos de Windows en este sistema operativo. Pero el rendimiento no es ni parecido, y el número de títulos disponible para un sistema o para otro no tiene nada que ver. Además, Ubuntu pisotea los esfuerzos de compañías como Valve por llevar los juegos a su distro eliminando las librerías de 32 bits como ha hecho. Luego la comunidad se queja, pero sigue defendiendo a la distro de Canonical.
En resumen, Linux tiene juegos (CS:GO, Left4Dead, Tomb Raider, Metro…), pero nada que ver con la variedad de Linux, sobre todo en títulos nuevos. Además, todos los juegos de Linux se pueden jugar en Windows, mientras que los juegos de Windows no se pueden jugar en Linux.
Actualizaciones: lo peor de Ubuntu
Uno de los aspectos que más critica la comunidad de Linux son las actualizaciones cada 6 meses que llegan a Windows 10. Sin embargo, se olvidan de que Ubuntu se actualiza también cada 6 meses. Y lo peor de todo es que, mientras que cada versión de Windows tiene un año y medio de soporte (mínimo), las versiones de Ubuntu solo duran 9 meses. Eso significa que, salvo que uses una LTS (con la que tendrías 5 años de soporte), todas las demás versiones nos obligan a actualizar a cada una que sale. Son como pequeñas betas sin apenas novedades para que las nuevas LTS parezcan más grandes.
Por mucho que duela a la comunidad, esto es indefendible. Salvo las distros basadas en Ubuntu, que tienen el mismo soporte, ninguna otra hace esto con sus usuarios. Incluso cada vez son más las que apuestan por el modelo de desarrollo continuo Rolling Release. Pero, la verdad, actualmente Windows es mucho más «Rolling Release» con sus actualizaciones de lo que es Ubuntu. Y esto, junto a otros muchos motivos, es la razón por la que Ubuntu es la cuarta (y bajando) distribución más popular según Distrowatch.
Linux está incluido en Windows, y no al revés
Ubuntu tiene Wine, una herramienta que nos ayuda a poder ejecutar programas de Windows en un Linux como Ubuntu. Sin embargo, Windows 10 ahora trae por defecto el Subsistema de Windows para Linux, un subsistema que, gracias al hipervisor Hyper-V nos permite ejecutar un Ubuntu completo, o cualquier otra distro, directamente sobre el sistema operativo. Es verdad que WSL es algo complicado de poner en marcha y utilizar. Incluso a día de hoy tiene limitaciones, como no poder cargar una interfaz. Pero con WSL2, estas limitaciones van a ser historia muy pronto.
Tampoco vale la excusa de instalar Windows en KVM o en VirtualBox, porque eso podemos hacerlo también en el sistema operativo de Microsoft.