Podemos decir sin miedo a equivocarnos que Windows es un sistema operativo muy cómodo y sencillo de utilizar. Estos factores hacen que muchos usuarios utilicen este sistema operativo en vez de distribuciones Linux, que son de código abierto y totalmente gratuitas. Te voy a explicar los motivos por los cuales no utilizo Linux y, difícilmente, lo utilizaría en mi día a día.
Considero que el 73% de los usuarios que usamos Windows y el 15.5% que usa OS X no podemos estar equivocados. El problema es que algunos usuarios de Linux han cavado una trinchera que, bueno, parece más bien una cueva.
He probado distribuciones como Ubuntu, Fedora y Mint en máquinas virtuales y tienen cosas interesantes. Pero, seamos realistas, no sin ni la mitad de sencillas que Windows y no cuentan con tanto soporte. Voy a explicar los cinco motivos por los cuales no me pasaría a Linux. Cierto es que Windows ofrece algunas desventajas importantes que echan para atrás a un número creciente de usuarios de tecnología que toman la decisión de pasa a formar parte de la comunidad Linux.
Por ejemplo, casi nadie le gusta la telemetría que Microsoft incluye en el sistema operativo, así como pagar por ese software cuando pueden utilizar una distribución de forma gratuita. Todo ello por no hablar del alto consumo de recursos que por regla general lleva a cabo Windows, especialmente en equipos limitados o un tanto antiguos. Pero a pesar de todo esto que os comentamos, la mayoría siguen prefiriendo trabajar en su día a día con el sistema de Microsoft.
Compatibilidad de software
Podemos encontrar muchas aplicaciones hoy en día que tienen una variante para Linux. Muchos desarrolladores optan por ofrecer una versión para este sistema operativo, pero no pasa en todos los casos. Uno de los casos más claros es Adobe, la cual no ofrece las herramientas Photoshop y Premiere para este sistema operativo.
Realmente, me importa más que aplicaciones como Discord no sean tengan una versión para Linux. Office también carece de una versión para este sistema operativo, que si bien está la alternativa de LibreOffice, para alguien que lleva toda la vida usando la suite ofimática de Microsoft, moverse a la versión libre pese a ser muy similar, ya supone modificar hábitos y mecanismos ya automatizados.
Es cierto que podemos instalar la mayoría de estas aplicaciones a través de una capa de compatibilidad, Wine, para que funcionen en Linux. Pero ya estamos complicamos mucho las cosas cuando se deberían instalar y usar como si se tratase de un programa más.
Problemas con los drivers
Esto yo lo he vivido en primera persona y es una verdadera tortura cuando te pasa. Puede ser que no tengas problema alguno, pero como tengas problemas de drivers, puedes darte de cabezazos contra la pared.
Hace algunos años tuve que montar una serie de equipos para la administración que debían de llevar Linux. La selección de hardware fue minuciosa, buscando componentes que, teóricamente, no dieran incompatibilidades. Una vez montados todos los sistemas e instalado Ubuntu, el driver de sonido no funcionaba y no hubo manera de hacerlo funcionar. La única solución fue cambiar la placa base a todos los ordenadores montados, con la perdida de tiempo y recursos que ello supone.
Que esto le pase a un informático o alguien que sabe, no es mucho problema, se busca una alternativa. Ahora bien, que esto le pase a alguien con pocos conocimientos o que quiere un ordenador para navegar y dos cosas más, puede ser muy frustrante.
Ahora es verdad que las cosas han cambiado, y puesto que la mayor parte del núcleo son controladores, es complicado encontrarse con algo incompatible. Eso sí, si queremos que muchos componentes funcionen perfectos, necesitaremos, eso sí, instalar unos drivers privativos, los cuales proporciona, y actualiza, el fabricante.
Compatibilidad con juegos
Aquí no hay color en absoluto, Windows es el sistema operativo por excelencia para jugar. Si bien se puede jugar en Linux, ya para hacerlo tienes que instalar Wine y otros emuladores y esto y aquello. Además, los desarrolladores de juegos se centran en Windows, algo lógico, ya que tiene el 73% de cuota de mercado.
Sí que la comunidad Linux ha crecido y hay estudios que desarrollan juegos para este sistema operativo, pero suelen ser pequeños e independientes. Los grandes estudios a veces sacan sus juegos también para Linux, pero no siempre, precisamente, por la pequeña cantidad de usuarios que utilizan este sistema operativo.
Si vas a jugar, y quieres sí o sí un Linux, lo que tienes que hacer es apostar por un hardware especializado que mueva el sistema operativo SteamOS. Con él sí que podremos usar muchos de los juegos de Windows. Pero, igual que en el primer punto, gracias a una capa de compatibilidad.
La curva de aprendizaje
Ubuntu y Mint son distribuciones que imitan bastante bien a Windows, pero, pese a todo, no son Windows. Hay ciertos cambios de funcionamiento que se deben de aprender. Además, es necesario el uso del terminar o realizar ciertos ajustes avanzados en la configuración del sistema.
Realmente, no he tenido muchos problemas, pero me parece tedioso el tener que dar rodeos y realizar muchos pequeños ajustes para realizar pequeños cambios. Si a mí ya me resulta frustrante y me gusta la informática, alguien con menos conocimientos, puede acabar hasta las narices, como mínimo.