Si encendemos nuestro equipo y en lugar de arrancar como lo hace habitualmente, emite una serie de pitidos, unos sudores fríos recorren nuestro cuerpo que confirman el mal presagio cuando vemos la pantalla. ¿Por qué mi equipo no detecta el disco duro? ¿He perdido toda la información que tenía almacenada? Si no se trata del disco duro principal, sino de uno que acabamos de conectar al equipo, también nos enfrentamos a una serie de problemas, problemas que tienen, en la mayoría de los casos, una solución muy sencilla.
Muchos son los motivos por los que un ordenador puede no reconocer un disco duro que tiene conectado, desde problemas de hardware hasta problemas de software, siempre y cuando el dispositivo funcione correctamente, ya que también existe la posibilidad de que haya pasado a mejor vida de la noche a la mañana.
Por qué ha desaparecido el disco duro
Algunos de los motivos que han provocado la desaparición (no física) de nuestro disco duro o que no podamos acceder a sus datos son los siguientes:
- El disco duro se ha deshabilitado de la BIOS y el equipo no reconoce su existencia, ya sea para iniciar el equipo o para acceder a sus datos desde Windows.
- Si se trata de un disco duro nuevo, es posible que este no sea compatible con la placa base.
- Los cables de conexión del disco duro a la placa no están bien conectados.
- Los conectores del disco duro se han deteriorado al manipular los cables.
- La unidad no tiene formato.
- Limitaciones de las conexiones PCI de la placa base.
- El jumper que permite establecer un HDD como esclavo o maestro no está bien colocado o está de forma incorrecta.
- El sistema de archivos no es compatible con Windows.
Así puedes solucionar el problema
A la hora de abordar la solución a este problema, debemos considerar tanto elementos de hardware como de software, ya que, dependiendo de la situación, el disco duro puede haber dejado de funcionar tras conectarlo a un equipo, si lo acabamos de comprar o por alguno de los motivos que os mostramos a continuación.
Comprobar las conexiones
Lo primero que debemos hacer para comprobar el motivo por el que el ordenador no reconoce el disco duro es asegurarnos que los cables de conexión están colocados de forma correcta, tanto a la placa base como al disco duro. Si, aun así, el equipo sigue sin reconocerlo, debemos probar otra conexión disponible en la placa base, ya que cabe la posibilidad de que ese conector este defectuoso.
Si finalmente el equipo reconoce el disco duro, debemos realizar una marca en la conexión de la placa base para que, en caso de querer conectar un disco duro adicional en el futuro, no nos enfrentemos al mismo problema. La solución más sencilla es utilizar cinta de carrocero para taparlo.
Desde la BIOS
La BIOS nos permite seleccionar el orden de arranque de las unidades que tenemos conectadas a nuestro equipo. De esta forma, podemos configurar el equipo para iniciar desde una unidad USB o un DVD para instalar el sistema operativo o ejecutar un LiveCD de Linux, por ejemplo. Si en el orden establecido de arranque, no se detecta ninguna unidad con un sistema operativo, automáticamente se pasa a la siguiente.
Si, no se detecta ningún sistema operativo en ninguna unidad, el equipo no arrancará. Desde la BIOS debemos asegurarnos de que la unidad de almacenamiento principal se encuentra entre las unidades de inicio. Si no es así, el equipo no la tendrá en cuenta a la hora de iniciar el equipo.
Estas opciones de arranque se encuentran disponibles dentro del apartado Boot de la BIOS, concretamente en la sección Boot Mode o Boot Options. En primer lugar, debemos establecer el disco duro conectado al equipo. En el resto de las opciones, podemos dejarlas en blanco o elegir el resto de las unidades, ya que lo que nos interesa es poder volver a recuperar el acceso a nuestro disco duro principal para así poder iniciar el equipo.
Limitaciones de la placa base
Si el equipo ha dejado de reconocer el disco duro tras conectar una nueva unidad de almacenamiento, especialmente si se trata de unidades SSD y M2, el problema se debe a que muchos fabricantes reducen el número de puertos SATA disponibles cuando se conectan unidades M2, ya que utilizan la conexión de la unidad M2 y la situada a su lado para establecer una única conexión PCI que permita aprovechar la velocidad de este tipo de unidades.
La solución en estos casos es conectar la nueva unidad de almacenamiento al puerto más alejado que ya esté ocupado en nuestra placa base. Y, de paso, comprobar a través de la BIOS que los puertos SATA no se han desactivado tras conectar una unidad M2. Repito, este problema, únicamente se produce cuando queremos conectar una unidad M2 y SATA de forma conjunta a una placa base.
Utiliza un disco de arranque de diagnóstico
Si tenemos en cuenta que nuestro PC no arranca, de nada nos sirve buscar una solución al problema desde el propio sistema operativo. En este caso, podemos hacer uso de Hiren’s BootCD, un CD o USB que inicia una edición de Windows 10 PE compatible con equipos más modernos con soporte UEFI como en dispositivos más antiguos.
Incluye un gran número de aplicaciones que nos ayudarán a detectar cuál es el problema al que nos enfrentamos y, si fuera posible, solucionar el problema. A iniciar es LiveCD con Windows 10, se instalan todos los drivers necesarios para aprovechar la controladora gráfica y la conexión a internet, por si fuera necesario para descargar una aplicación.
Otra opción pasa por utilizar un LiveCD de alguna distribución Linux. Sin embargo, si nuestros conocimientos de este sistema operativo son básicos o prácticamente nulos, la solución que nos ofrece Hiren’s BootCD es perfecta, ya que el entorno es visualmente el mismo de Windows 10, un entorno que en mayor o menos medida, podemos tener controlado.
Formatea la unidad
Cuando compramos un disco duro, lo primero que debemos hacer es formatearlo seleccionando el sistema de archivos que queremos utilizar. Hasta que no lo formateemos, el sistema no será capaz de reconocerlo. Para formatear un disco duro o SSD que acabamos de instalar en nuestro equipo, debemos acceder al administrador de discos, situando el ratón en el botón de inicio y pulsando con el botón derecho.
A continuación, debemos seleccionar el disco duro o SSD que hemos instalado, situar el ratón encima y, con el botón derecho seleccionar la opción Formatear, seleccionando el sistema de archivos que queramos. Si se trata de un disco duro interno que vamos que vamos a utilizar con Windows, la mejor opción es seleccionar NTFS.
Una vez ha finalizado el proceso de formateo, Windows detectará automáticamente la unidad de almacenamiento y le otorgará la siguiente letra como unidad disponible en el equipo.
Qué sistema de archivos utiliza
Si tras conectar un disco duro a nuestro equipo, Windows no lo detecta, es probable que el origen del problema se encuentre en el sistema de archivos. Windows es compatible con los sistemas de archivos FAT32, exFAT y NTFS. Sin embargo, no es compatible con ext2, ext3 y ext4, el sistema de archivos utilizado por Linux.
Sin embargo, Linux si es compatible con todos los sistemas de archivos de Windows. La solución para acceder a las unidades con formato ext2, ext3 y ext4 pasa por utilizar algunas de las diferentes aplicaciones con esta función o bien tirar de WSL y montar la unidad instalando una distribución Linux desde la Microsoft Store.
En el momento de publicar este artículo, Windows solo ofrece soporte para Linux a través WSL vía terminal. Es de suponer que, con el tiempo, Microsoft introducirá una interfaz gráfica que permita acceder forma gráfica a los datos almacenados en unidades con el formato de archivos utilizado por este sistema operativo.
Comprueba los jumpers del HDD
A no ser que se trate de unidades HDD, es decir, de unidades de funcionamiento mecánico que graban y leen los datos en un disco, no debemos preocuparnos acerca de la posición de los jumpers que permite elegir si el disco duro funcionará como máster o esclavo, ya que las unidades SSD carecen de ellos.
Si el jumper está situado en la zona central, el disco duro será asignado como unidad principal y utilizará la letra C como unidad. Si quitamos el jumper, el equipo reconocerá el disco duro como una unidad esclava, secundaria, por lo que recibirá la letra D. Aunque existen más configuraciones, estas dos son las más utilizadas en los equipos domésticos.
Aunque la mayoría de los fabricantes utilizan la misma configuración en cuanto a la posición de los jumpers, es importante asegurarnos a través de la etiqueta de los discos duros. La funcionalidad de los jumpers para gestionar las unidades principales y secundarias de los discos duros, solo la vamos a encontrar en equipos antiguos.