Todo el software que tenemos instalado en nuestro ordenador es parte básica para el correcto funcionamiento de este. En nuestras manos está el poder disponer de las soluciones más adecuadas para nuestras necesidades.
Estos son proyectos independientes que añadimos al sistema operativo del PC y guardamos en las unidades de disco debido a las funcionalidades que nos ofrecen. En estos momentos en los que la tecnología alcanza a casi todos, disponemos de una enorme cantidad de títulos entre los que elegir. Pero lo primero que debemos tener claro es el tipo de uso que necesitamos y la propuesta de ese sector en concreto que más se adapte a nuestras necesidades.
Esto es algo que se hace extensible tanto a los sistemas operativos como Windows o Linux, como a los programas independientes que instalamos en los mismos. Aquí entran en juegos sectores tan importantes como la reproducción multimedia, navegación por internet, ofimática, ocio, seguridad, comunicaciones, etc. Al mismo tiempo, una vez que hayamos elegido el sector o tipo de uso que necesitamos, también debemos plantearnos si estamos dispuestos a pagar por ese software, o no.
A partir de ahí ya podremos empezar a trabajar o disfrutar de nuestros títulos elegidos y sacar el máximo provecho a nuestro ordenador. Pero no todo acaba aquí, ya que para que todo funcione como es correcto, estos programas necesitan un mantenimiento. Generalmente esto es algo de lo que se suelen encargar los propios desarrolladores de los títulos que hayamos seleccionado, todo ello a través de sus correspondientes parches y actualizaciones de software. Sin embargo, en ocasiones estos son dos términos que no conseguimos distinguir del todo, veamos cuáles son sus principales diferencias.
Distinguir entre un parche y la actualización de un programa
Lo primero que debemos saber para poder diferenciar entre ambos elementos claramente, es que todos los parches son actualizaciones, pero no todas las actualizaciones son parches. Esto se debe a que cuando nos llega un parche de un programa o un sistema operativo, este se encarga de solucionar un problema específico. Este puede ser de naturaleza funcional o de seguridad. Además, suele descargarse e instalarse como si de una actualización se tratase. Así, como es fácil imaginar, estos elementos suelen ser Linux más ligeros y pequeños que las actualizaciones como tal.
Por otro lado, nos encontramos con las mencionadas actualizaciones en sí. Estas suelen tener un carácter mucho más general y afectar a otros apartados de software. Hay que decir que las actualizaciones de seguridad se nos llegan para solucionar fallos más generales, no para un de malware o vulnerabilidad concreta. De igual modo estas integran otros elementos como correcciones de errores recientes, soporte para nuevo hardware, o novedosas funciones. Una vez sabemos todo esto, podemos llegar a la conclusión de que ambos trozos de software que nos llegan son importantes.
Sin embargo, las actualizaciones como tal llevan a cabo un cambio más profundo sobre el programa o sistema en el que se envían. De ahí más precisamente a que sean estas más propensas a causar nos ciertos problemas una vez las hemos descargado e instalado. Esto es algo que hemos podido comprobar en multitud de ocasiones a lo largo de la historia de Windows, por ejemplo.
Pero a diferencia de estas, un parche tiene menor tamaño, es más ligeros, y se envía para corregir errores más concretos; de ahí que la probabilidad de fallos que pueda traer consigo es menor.