Da igual que hayas optado por la gama alta o por la gama baja. Al cabo de unos años, tu portátil «nuevo» parecerá más bien una reliquia del pasado. Windows empezará a ir lento, y nos encontraremos con problemas de todo tipo. Esto es lo que comúnmente se conoce como «obsolescencia programada«, y es algo muy frecuente en todo tipo de dispositivos electrónicos (ordenadores, consolas, smartphones, router, televisores, etc). Y aunque normalmente no queda otra que volver a pasar por caja, en el caso de los ordenadores solemos tener una forma de darles una segunda vida: instalar Linux.
Linux ha evolucionado mucho en los últimos años. Atrás han quedado los años en los que solo era un sistema operativo para hackers, repleto de comandos difíciles de dominar. Hoy en día, usar Linux es igual de fácil que usar Windows o macOS. Incluso hay distros que imitan casi a la perfección la apariencia de estos sistemas para que no tengamos problemas en hacernos a ellos.
Cuando compramos un PC, la mayoría de las veces viene con Windows instalado por los acuerdos propios de Microsoft. Pero seguro que el equipo empieza a ir lento antes de que nos planteemos cambiar el PC. Y aquí es donde tiene que entrar en juego Linux.
Linux consume menos recursos que Windows
Aunque es cierto que los requisitos mínimos de Windows son muy poco exigentes (1 GHz de procesador y 1 GB de RAM), para que funcione en condiciones y no tener problemas (sobre todo al usar Office o Chrome) es necesario tener un procesador de i3 en adelante, y 4 GB de memoria RAM. En el caso de Linux, la cosa cambia. El sistema operativo libre gestiona mucho mejor los recursos y tiene menos componentes innecesarios en el núcleo. Y eso se traduce en mejor rendimiento.
Es cierto que hay que elegir entre apariencia (con GNOME o KDE, por ejemplo) o rendimiento (LXDE, i3, etc) ya que cuando mejor es la apariencia más se dispara el consumo de recursos, sobre todo RAM. Pero si elegimos un escritorio ligero, nuestro ordenador, literalmente, volará. Al contrario que con Windows.
El hardware viejo da menos problemas en Linux
Cuando sale una pieza de hardware, los fabricantes no tardan en sacar sus drivers para Windows. Da igual que sea una gráfica, un ratón o una tarjeta de sonido o Wi-Fi. En el caso de Linux, es la propia comunidad de desarrolladores quienes crean los drivers y los hacen funcionar. Eso sí, una vez que los drivers pasan a formar parte del Kernel, nunca desaparecen, y siempre se garantiza su funcionamiento. ¡Hasta podemos encontrar drivers de disqueteras de 5 1/4 pulgadas!
En Windows, rara es la actualización que no da problemas con el hardware más antiguo por culpa de los drivers. Y como los fabricantes se suelen olvidar de sus piezas más pronto que tarde, poco más queda por hacer. Desde luego, otro motivo de peso para dar el salto a una distro Linux.
¿PC muy antiguo? Hay distros que hasta parecen de la era de Windows 3.11
Con un ordenador de unos 5 o 10 años, los motivos anteriores son más que suficientes para instalar Linux. Sin embargo, si nuestro PC tiene 15, 20 años, o incluso más, la cosa cambia. En un ordenador tan veterano no podemos plantearnos instalar Ubuntu o Manjaro, básicamente porque no son distribuciones pensadas para ese tipo de ordenadores. Aunque el Kernel, como hemos explicado, sí funcionaría.
Sin embargo, existen distros extremadamente ligeras, diseñadas especialmente para funcionar en ordenadores con más de 20 años, el típico PC que en su día ejecutaba Windows 3.11 o Windows 95.
Puppy Linux, por ejemplo, es una de las distros favoritas que tan solo ocupa 300 MB en el disco duro, y es totalmente funcional. O Bodhi Linux, una distro que tan solo necesita 256 MB de memoria RAM para funcionar. Incluso hay distros mucho más pequeñas, como SliTaz, que nos brinda un sistema operativo Rolling Release totalmente funcional en una ISO de tan solo 30 MB.
Además, el mercado de Windows está cada vez más encaminado a los 64 bits, por lo que si nuestra CPU es x86 tendremos que recurrir a un Linux de 32 bits para poder seguir trabajando en el PC sin problemas.