Un ordenador, a diferencia de los móviles, tienen una vida útil muy larga, una vida que podemos prolongar en el tiempo reemplazando algunos de sus componentes. Dependiendo de que tipo de equipo se trate, sobremesa o portátil, las posibilidades de ampliación son diferentes y, en ocasiones, no podemos topar con un muro infranqueable que nos establezca el límite que no podemos superar.
Dependiendo de que tipo de componente de nuestro PC queramos reemplazar, no siempre es necesario instalar nuevamente Windows formateando el equipo, ya que no todos tienen el mismo peso sobre el funcionamiento del sistema operativo. Si estamos planteándonos ampliar nuestro equipo para alargar su vida, antes de nada, debemos saber que repercusiones pueden tener en el funcionamiento del equipo.
Teclado y ratón
El teclado y ratón, cuando hablamos de un equipo de sobremesa, entran dentro de la categoría periféricos. Y, al igual que cualquier periférico, reemplazarlos no afecta al funcionamiento del equipo en lo más mínimo. De hecho, si reemplazamos el teclado y/o ratón por otros, Windows utilizará los mismos drivers que utilizaba hasta el momento, lo único que cambia es el identificativo en el registro de Windows.
Si el teclado o ratón incluye un software propio para gestionar el funcionamiento de las teclas adicionales que incluya, podemos instalarlo en el equipo sin ningún problema, como si de una aplicación más se tratara para así sacarle el máximo partido. En este caso, Windows reemplazará los drivers que utilizan estos dispositivos automáticamente sin que sea necesario realizar ningún otro cambio en el sistema.
Si reemplazamos el teclado o panel táctil de un portátil, tampoco vamos a enfrentarnos a ningún problema, ya que los componentes que utilicemos están diseñados por el fabricante, por lo que se trata de mismo teclado y panel táctil, por lo que Windows no sabrá si hemos reemplazado alguno de estos.
Monitor
El monitor, al igual que el teclado y ratón, entran dentro de la categoría de los periféricos, y, al igual que la mayoría, no interfiere en el funcionamiento del sistema operativo. Sin embargo, a la hora de reemplazarlo, debemos tener en cuenta la resolución máxima de salida que nos ofrece la gráfica de nuestro equipo, tanto si se trata de una gráfica dedicada o la integrada en la placa base.
Si compramos un monitor 4K y la resolución máxima de salida de nuestra gráfica, es de 1080p, nunca vamos a poder aprovechar la resolución de salida. Si nuestra gráfica permite mostrar contenido en 4K, pero la resolución de nuestro monitor está limitada a 1080, nos vamos a encontrar con el mismo problema.
Si tenemos pensado cambiar el monitor de nuestro equipo, no será necesario realizar ningún cambio en Windows, sin embargo, si queremos aprovecharlo al máximo, debemos asegurarnos, en primer lugar, si la salida de vídeo de nuestro equipo es compatible con la resolución del monitor. Si hablamos de un portátil, debemos comprobar en las especificaciones del puerto HDMI cuál es la resolución máxima de salida.
Fuente de alimentación
La fuente de alimentación de ordenador no es un periférico, sino que se trata de un componente, al igual que la placa base, el procesador, la memoria y demás. A pesar de tratarse de un componente, inicialmente podríamos pensar que, si puede afectar al funcionamiento del equipo, sin embargo, no es así. No es así porque la única función de este componente es proveer de energía a la placa base y al resto de componentes que están conectados a esta.
Tanto si se trata de un ordenador de sobremesa, como si se trata de un equipo portátil, si reemplazamos la fuente de alimentación o el cargador, no será necesario hacer ningún cambio en Windows. De hecho, Windows no sabrá si hemos realizado algún cambio en este componente, un componente que no interfiere en el funcionamiento del sistema.
El único problema con el que nos podemos enfrentar es si la fuente de alimentación no dispone de la suficiente potencia para aprovechar todos los componentes. Para evitar este problema, debemos utilizar siempre una fuente o cargador con la misma potencia o superior, nunca inferior. Si utilizamos un cargador o fuente de alimentación de menor potencia, cuando el equipo necesita aprovechar todos los recursos, este se apagará automáticamente.
Memoria RAM
Uno de los métodos más baratos de ampliar la vida útil de un ordenador, independientemente de si se trata de un ordenador de sobremesa o de un portátil, pasa por ampliar la memoria RAM. Al ampliar la memoria RAM, las aplicaciones que se ejecutan tendrán más espacio y, no solo se abrirán más rápido, sino que, además, también vamos a poder abrir un mayor número de aplicaciones de forma conjunta sin tener que recurrir a la memoria virtual.
Windows utiliza parte del espacio libre en la unidad de almacenamiento como memoria cuando está ha alcanzado su límite máximo al estar ocupada por aplicaciones abiertas. La velocidad de lectura de una unidad de almacenamiento es muy inferior a la que nos ofrece la memoria RAM, por lo que, la velocidad nunca será la misma.
Si reemplazamos la memoria RAM, Windows automáticamente detectará el cambio y ajustará su funcionamiento a esta. No es necesario hacer ningún cambio en el sistema, Windows se encargará de hacerlo automáticamente por nosotros.
Disco duro
Reemplazar un disco duro HDD por un SSD, junto con ampliar la memoria RAM, son los dos métodos más sencillos y económicos de ampliar la vida útil de nuestro ordenador portátil o de sobremesa. Si añadimos una nueva unidad de almacenamiento al equipo, Windows la detectará y tan solo tendremos que acceder al Administrador de discos para darle formato a la unidad y comenzar a trabajar con ella.
Pero si reemplazamos la unidad de almacenamiento principal tendremos que instalar nuevamente Windows, no sin antes hacer una copia de seguridad de todo el contenido que queremos conservar, aunque también podemos conectarlo posteriormente al equipo y copiar todos los datos. Si no queremos volver a instalar Windows, la solución más sencilla pasa por clonar el disco duro viejo en el nuevo.
Al clonar el disco duro, lo que hacemos es copiar todo el contenido que se encuentra en el disco duro que actualmente estamos utilizando en el nuevo disco duro. Una vez conectemos el nuevo disco duro una vez clonado, tan solo debemos reemplazarlo físicamente el equipo e iniciar el equipo. Si, además de cambiar el disco duro, también hemos reemplazado algún que otro componente, como la memoria RAM, el procesador o algún que otro periférico, Windows detectará los cambios y ajustará el sistema con las modificaciones.
Una de las mejores aplicaciones para clonar discos duros y que, además, es completamente gratuita, es CloneZilla. Esta aplicación, al igual que todas las que nos permite clonar unidades de almacenamiento, debemos instalarla en un USB e iniciar el equipo cambiando el orden de arranque para utilizar esta unidad.
A continuación, debemos seleccionar la unidad de origen de los datos y la unidad de destino. Obviamente, la unidad de destino debe tener la misma o mayor capacidad que la unidad de origen ya que, de lo contrario, no se podrán copiar todos los datos. Podemos descargar CloneZilla desde su página web a la que podemos acceder desde este enlace.
Tarjeta gráfica
Tanto si reemplazamos la tarjeta gráfica dedicada que tengamos en el equipo, como si se trata una nueva gráfica que hemos conectado al equipo para ampliar las capacidades gráficas de la placa base, no es necesario formatear el equipo ni volver a instalar Windows. Cuando iniciemos nuevamente el equipo tras cambiar la gráfica, automáticamente Windows reconocerá el nuevo hardware e instalar los controlares básicos para poder utilizarla.
Pero, si queremos sacarle todo el partido, es necesario descargar e instalar los drivers de la gráfica, ya sea NVIDIA, AMD, Intel o cualquier otra directamente desde su página web. Si no utilizamos los drivers correspondientes al modelo de tarjeta que hemos instalado en el equipo, nunca vamos a poder sacarle todo el partido en cuanto a rendimiento gráfico.
Procesador
El procesador de un PC es el cerebro, es quien se encarga de realizar las tareas a una mayor o menor velocidad dependiendo de sus prestaciones. A pesar de tratarse de uno de los componentes más importantes de cualquier ordenador, si lo reemplazamos no será necesario formatear el equipo y volver a instalar Windows. Una vez hemos reemplazado el procesador, Windows detectará el nuevo modelo y adaptará el rendimiento del equipo en base a las prestaciones que nos ofrezca dependiendo también de la versión del sistema operativo (32 o 64 bits).
Si el controlar que gestiona el procesador no es el mismo que se encargaba del anterior, Windows descargará los controlares necesarios, por lo que no es necesario, por nuestra parte, realizar ningún otro cambio en el sistema y muchos menos formatear el disco duro y volver a instalar Windows.
Si no acabamos de notar mucha diferencia de rendimiento, probablemente se deba a que el procesador que hemos reemplazado es muy similar al actual, por lo que, antes de nada, debemos asegurarnos de que el cambio de rendimiento entre el procesador que utilizamos y el que queremos utilizar es lo suficiente como para realizar el cambio, ya que, de lo contrario, lo único que vamos a hacer es gastarnos el dinero sin obtener ninguna mejora a cambio.
Cambiar el procesador de un portátil es imposible, ya que este se encuentra soldado a la placa base. Si queremos cambiar el procesador, tendremos que cambiar la placa base, una placa base de que debe ser del mismo fabricante y de un modelo similar al nuestro para que las conexiones se encuentren en el mismo lugar. Además, lo más probable es que el cambio suponga una inversión de dinero muy superior a la que podemos invertir en un equipo nuevo más potente.
Placa base
La placa base es el componente más importante de cualquier ordenador. La placa base, es la base (valga la redundancia) donde se conectan todos y cada uno de los componentes que forman parte del ordenador como el procesador, la memoria RAM, el disco duro, la tarjeta gráfica, los periféricos y la fuente de alimentación que, a través de este, reparte la energía que necesitan los componentes conectados.
Si reemplazamos la placa base, sin formatear el equipo, al iniciar el equipo por primera vez, Windows tardará un buen rato en ponerse en funcionamiento tras detectar el cambio en la placa base para encontrar los controladores necesarios para poder utilizar todos los puertos (USB, HDMI, PS2) y conexiones que ofrece (Bluetooth, Wi-Fi, puerto ethernet). Una vez se ha adaptado a la nueva gráfica, nos mostrará un mensaje en el que nos informa que la licencia de Windows no es válida.
¿Qué significa esto? Con el lanzamiento de Windows 8, Microsoft comenzó a utilizar las licencias digitales, licencias que se asocian a la cuenta de Microsoft que gestiona el equipo y que, a su vez, se asocia al hardware del equipo, concretamente a la placa base. De esta forma, Microsoft se asegura que las licencias únicamente se utilizan el ordenador donde están asociadas.
Si reemplazamos la placa base, estamos reemplazando la parte más importante del equipo, por lo que Windows detectará que se trata de otro equipo, aunque realmente sea el mismo con otra placa base y desactivará Windows hasta que introduzcamos una licencia válida. La solución a este problema no pasa por comprar otra licencia, sino aprovechar la misma que teníamos.
Microsoft permite utilizar la misma licencia en el mismo equipo donde se ha reemplazado la placa base, siempre y cuando, antes de realizar el cambio desactivemos Windows antes de realizar el cambio. Para desactivar la licencia del equipo y que deje de estar asociada a ese equipo, debemos utilizar el siguiente comando a través de CMD con permisos de administrador.
slmgr /upk
A continuación, una vez hemos desactivado Windows, podemos reemplazar la placa base y de paso aprovechar la formatear el disco duro y que Windows reconozca de cero la nueva configuración del equipo en base a la placa base que hemos reemplazado. Podemos iniciar el equipo sin formatear, pero, a la larga, el rendimiento se verá perjudicado, por lo que es recomendable formatear la unidad, haciendo previamente una copia de seguridad e instalar el Windows.
A continuación, introducimos los datos de nuestra cuenta de Microsoft y accedemos al apartado Sistema de las opciones de configuración de Windows (Win + i) para activar el equipo. Aquí se mostrará un mensaje en el que nos informa de que hay un problema para activar el equipo. Tan solo debemos pulsar en ese mensaje para informar a Microsoft que hemos realizado un cambio de hardware en el equipo para que la licencia que utilizábamos vuelva a estar disponible en el equipo.