Windows XP ha sido, junto a Windows 7, uno de los sistemas operativos más querido por los usuarios. Este sistema vio la luz del día por primera vez en 2001, y ha estado recibiendo actualizaciones y soporte hasta 2014, cuando, finalmente, pasó a mejor vida. Hoy en día, este sistema operativo está muy limitado, y puede incluso darnos problemas de seguridad. Pero hay casos en los que, sí o sí, lo necesitamos. Pero un sistema tan viejo puede ser difícil de instalar si no cumplimos una serie de requisitos.
La informática ha cambiado mucho desde principios de los años 2000 hasta ahora. Los ordenadores modernos cuentan con tecnologías y sistemas mucho más seguros que los que había hace una década. Y los sistemas operativos más antiguos no son compatibles con estas tecnologías, por lo que lo más seguro es que no podamos ni lograr instalar el sistema en el PC. Ni siquiera iniciar la instalación en muchos casos.
En caso de tener que instalar un sistema tan antiguo como Windows XP, podemos facilitar esta tarea asegurándonos de cumplir con una serie de requisitos y configuraciones. Aunque, recordamos, no es garantía de éxito.
Cómo instalar Windows XP en un ordenador nuevo
Por supuesto, lo primero que debemos hacer es conseguir la ISO de Windows XP. A diferencia de Windows 10, Microsoft no nos pone las cosas fáciles para descargar esta imagen, por lo que debemos tener cuidado de dónde la bajamos. Si queremos tener los menos problemas de compatibilidad posibles, lo que debemos hacer es bajar la ISO de 64 bits, a ser posible con el último Service Pack. Así podremos tener mejor compatibilidad con los sistemas x64, y, además, eliminar la restricción de los 4 GB de memoria RAM.
También es necesario configurar la UEFI de nuestro ordenador en modo Legacy. Si tenemos activadas funciones como el Secure Boot, no podremos instalar este SO. También ayuda a reducir problemas si nuestra placa base puede configurar los discos duros en modo IDE en vez de en modo SATA, ya que como XP no tiene drivers SATA tendremos que añadirlos a mano durante la instalación.
Por supuesto, cuantos menos periféricos tengamos conectados al ordenador menos problemas tendremos. Con un teclado y un ratón conectados por cable no deberíamos tener ningún problema. Y, cuanto más viejo sea el hardware del ordenador, menos problemas de compatibilidad tendremos: no es lo mismo instalarlo en un procesador Intel de 11ª generación, que en un procesador de 4ª, por ejemplo.
Para instalar XP necesitaremos una clave de licencia del SO, ya que sin ella no podremos continuar la instalación. Si no la tenemos a mano, podemos usar una clave genérica de Windows, aunque tendremos que activarlo con la clave buena una vez instalado el sistema.
Si instalamos Windows XP en un ordenador, y lo conectamos a la red, debemos intentar que este ordenador no esté en LAN, ya que podía usarse fácilmente como «nexo» para llegar al resto de PCs de la red.
Máquina virtual: la mejor solución posible
Instalar XP en una máquina nueva es complicado. Y la configuración de la UEFI, en caso de poder hacerlo, puede darnos problemas con otros sistemas más modernos, como Windows 10. Y, siendo sinceros, es raro tener que instalar este sistema operativo físicamente en el PC. Por ello, la mejor solución es optar por una máquina virtual donde instalar ese sistema.
La máquina virtual, que podemos crearla con VMware o VirtualBox, aplica una capa de compatibilidad para no tener problemas con este sistema, sea cual sea nuestro hardware. Además, como la máquina virtual está aislada del resto del equipo, los ataques informáticos que recibiremos (porque nos atacarán a través de las muchas vulnerabilidades sin corregir de este SO) no pondrán en peligro nuestros datos.