Muchos son los usuarios que, por problemas de espacio, no tienen la posibilidad de comprar un PC gaming completo y se tienen que conformar con utilizar un equipo portátil para satisfacer sus necesidades de ocio.
Dependiendo de si el equipo está diseñado específicamente o no para ejecutar juegos, podemos realizar una serie de ajustes en el equipo para mejorar, en la medida de lo posible, las prestaciones que nos ofrece.
Evita que el equipo se caliente en exceso
Los procesadores, al igual que las tarjetas gráficas se calientan excesivamente cuando se está utilizando a pleno rendimiento. Para evitar que estos dejen de funcionar, incluyen ventiladores para que el calor que se genera en su interior se mueva libremente dando la oportunidad a que entre aire menos caliente procedente del ambiente.
Los portátiles incluyen diferentes rejillas de ventilación en los laterales y/o en la parte inferior. Si situamos el ordenador encima de sofá, prenda de vestir o un cojín, estamos obstruyendo las salidas de aire y evitamos que el calor que se genera en su interior pueda salir. Lo mejor que podemos hacer para evitarlo es utilizar el portátil sobre superficies planas de madera o cristal evitando cualquier superficie metálica.
Modificar la velocidad de los ventiladores
En internet podemos encontrar un gran número de programas que nos permite conocer y gestionar la velocidad a la que giran los ventiladores de su interior. Dependiendo que las prestaciones de cada equipo, podemos modificar la velocidad de los ventiladores para que la temperatura de funcionamiento bajo unos cuantos grados y el equipo nos ofrezca un mejor rendimiento.
Cierra todas las aplicaciones en segundo plano
Si estamos jugando, no estamos editando una imagen en Photoshop, navegando por internet o escribiendo un documento en Word. Si queremos que el equipo le permita al juego obtener el máximo rendimiento, lo primero que debemos hacer es cerrar todas y cada una de las aplicaciones que tenemos abiertas en segundo plano y que no son necesarias para el funcionamiento del equipo.
Podemos cerrar las aplicaciones manualmente o bien utilizando el Administrador de tareas a través de la opción Procesos, seleccionando las aplicaciones que no vamos a necesitar y pulsando en el botón Finalizar proceso.
Ajustar los niveles gráficos del juego
Otro apartado que debemos revisar es el apartado de la calidad gráfica. Cuanto mayor sea el nivel de detalle, el equipo necesitará de una mayor potencia de procesador y gráfica. Si estas son limitadas en nuestro equipo, debemos entrar en las opciones de configuración e ir jugando hasta encontrar el mejor rendimiento acorde a nuestro equipo.
Si no sabemos que opciones modificar, podemos utilizar la aplicación de la gráfica de nuestro equipo. Tanto NVIDIA como AMD incluyen un sistema que, en base a las prestaciones del equipo, ajusta automáticamente las mejores opciones gráficas para disfrutar de mejor experiencia posible, sin tirones.
Olvídate de la batería
Siempre que vayamos a jugar, debemos conectar el equipo a la red eléctrica, no solo porque cualquier juego consume una gran cantidad de batería, sino que también porque de esta forma, vamos a poder sacarle todo el partido a nuestro procesador y gráfica, componentes que no se verán limitados a la potencia que ofrece la batería del dispositivo.
Windows incluye y gestiona de forma automática diferentes planes de energía que, dependiendo de la fuente de energía que esté utilizando, puede obtener la máxima potencia tanto del procesador como de la gráfica y así ofrecer la mayor fluidez posible dentro de sus posibilidades.