Apagar el ordenador todos los días vs dejarlo en suspensión: ventajas y problemas

Todos lo hemos hecho alguna vez para ahorrarnos un mínimo de tiempo: en vez de apagar nuestro ordenador, lo dejamos en suspensión. Y no es necesariamente malo que nuestro PC se encuentre suspendido en vez de apagado. Cada opción tiene sus pros y contras, y en este artículo vamos a ver qué ocurre en nuestro equipo cuando optamos por una u otra.
Tanto para los equipos de sobremesa como para los portátiles, vamos a detallar qué supone cada opción de forma pormenorizada si queremos suspender nuestra sesión o apagar por completo el equipo, por lo que vamos a desglosar toda la información de la que dispongamos de la manera más eficiente posible.
Qué implica apagar o suspender nuestro PC
Apagar nuestro equipo es la opción que cierra todas las funcionalidades y aplicaciones en ejecución hasta el momento, y su uso tiene varias ventajas:
Reducción del consumo energético, pues un equipo apagado no consume energía alguna, y eso repercute en última instancia sobre nuestros bolsillos. Además, esto se vuelve aún más importante si nuestro dispositivo es de sobremesa, pues el consumo de electricidad es más elevado que en los dispositivos portátiles.
Previene de errores y posibles fallos. Que apaguemos el equipo también implica que se eliminen archivos temporales y nuestra memoria caché. Esto reduce drásticamente la posibilidad de que se acumulen errores en nuestro sistema operativo por ciertos procesos que no se han cerrado correctamente. Borrón y cuenta nueva.
Beneficios para la vida útil del hardware. Apagar tu equipo de manera regular puede evitar el sobrecalentamiento de algunas partes imprescindibles de tu hardware que, de otro modo, sufrirían un mayor desgaste y puede dar al traste con ciertos componentes.
Podríamos decir que el único inconveniente de apagar nuestro PC es el tiempo que tarda en reiniciarse y abrir de nuevo las aplicaciones necesarias para nosotros. Si eres impaciente, tal vez esto pueda suponer un ligero problema.
En cuanto a dejarlo en suspensión, esto coloca a tu PC en un estado de bajo consumo eléctrico y apaga la mayoría de componentes, pero no todos. Esto podría permitirte reanudar tu sesión con mayor rapidez, así que entre sus ventajas encontramos:
El ahorro de tiempo, pues retomas el trabajo o tarea que dejaste a medias en un tiempo mucho más rápido que apagando el PC, ya que no necesitas abrir de nuevo las aplicaciones (no se cierran en este modo).
Reducción del consumo eléctrico. Si te ves obligado a mantener el equipo en funcionamiento a lo largo del día, como, por ejemplo, por la necesidad de realizar una descarga importante, puedes seguir ejecutándola con el ordenador en suspensión (aunque para ello deberías asegurarte en la configuración de tu sistema operativo sobre las operaciones que se pueden realizar en el modo suspensión). Esto ahorra energía tanto del PC como de tu factura de la luz.
La principal contra del modo suspensión la encontramos en una de las fortalezas que hemos mencionado antes del modo apagado, y es que esta acción no cierra procesos ni servicios, y la acumulación de cualquiera de ellos en el tiempo puede generar errores de software que tengas que arreglar de cara al futuro. En el caso de los portátiles, y siempre que no esté conectado a la fuente de alimentación, también irá agotando progresivamente su batería, así que en cuestión de pocas horas podría apagarse.
La decisión es tuya entre una práctica u otra, y al final todo depende de tus hábitos de uso, pero desde aquí te podemos recomendar que, una vez que hayas finalizado tus tareas diarias, al menos, apagues tu equipo por la noche para alargar su vida útil y evitar errores, aunque por el día puedas hacer uso del modo de suspensión para ahorrarte tiempo.
Lo cierto es que en la mayoría de las ocasiones y por ahorrar tan solo unos cuantos segundos cuando encendemos el ordenador por la mañana, no nos merece la pena dejarlo en suspensión durante toda la noche. A medio o largo plazo es algo que vamos a terminar pagando y quizá se adelante una buena cantidad de tiempo el vernos en la obligación de tener que comprar un nuevo ordenador o cambiar sus componentes hardware.