Obviamente no es ninguna sorpresa que Microsoft haya implantado su nuevo sistema operativo en su propia empresa. La noticia hubiera sido que la gran mayoría de trabajadores siguiera con Windows 7. Sin embargo, es interesante saber cómo implementaron su propio sistema operativo incluso antes de que se saliera a la luz. Y parece que salió bastante bien.
Es lo que se llama en el argot del marketing el ‘dogfooding’. Algo así como su propia comida para perros. Significa que una empresa utiliza su propio producto para probarlo y promoverlo. Y como es natural, un sistema operativo es el producto perfecto para que una empresa lo pruebe primero en sus carnes. Eso sí, únicamente si es bueno y ya está listo para la vida real. En caso de que esto no fuera así, podría producirse un caos difícil de explicar para los eventuales compradores.
El caso es que la compañía ha instalado Windows 10 a más del 95% de sus empleados, un éxito total que responde, suponemos, a una exigencia de la propia empresa en la que los trabajadores poco habrán podido decir. Eso sí, parece que todo salió a pedir de boca ya que la actualización de los 96.000 empleados se hizo de manera bastante rápida.
Ningún problema
De hecho, hasta 38.000 empleados, es decir, el 40 por ciento de la empresa, ya tenían Windows 10 antes del lanzamiento oficial, allá por julio de este mismo año. Además, Microsoft puso muchísimas facilidades a los trabajadores para que la actualización se hiciera cuanto antes. Apenas hubo que cambiar contraseñas, nombres de usuario, licencias, archivos o configuraciones. Nada más tuvieron que hacer clic en instalar y poco más.
Asimismo, quedaron muy contentos con la posibilidad de volver al sistema operativo anterior si hubiera algún fallo. Esto, realmente, ofrece una gran seguridad a las empresas a la hora de valorar la posibilidad de actualizar su sistema operativo. No hay nada de que preocuparse, si pasa algo se vuelve a la versión anterior sin perder absolutamente nada.
A todo esto hay que sumarle que las actualizaciones obligatorias minimizaban el impacto de los usuarios, ya que estas eran lanzadas a las horas en las que la mayor parte de los ordenadores estaban conectados a la red corporativa. Esto hizo que los costes de soporte se redujeran hasta en un 50 por ciento.
Así que, por lo que dan a entender desde Microsoft, todo fue una balsa de aceite. Eso sí, seguramente en una empresa llamada Microsoft los problemas que puedan tener con la actualización de su propio sistema operativo sean mucho menores que los de cualquier otra empresa. Es la ventaja de ser los mismos que han creado lo que están instalando.
Fuente: Winbeta.
Quizá te interese…
- Microsoft nunca forzará a los usuarios a instalar Windows 10
- Dos herramientas para bloquear fácilmente las actualizaciones de Windows 10